Con ocasión de la noche de brujas, nos preguntaron a varios escritores cuáles eran nuestros monstruos literarios preferidos. Ganaron el mestizo Frankenstein, el ávido Drácula y el sincero doctor Jekyll, quien equivale a medio autorretrato de cualquier persona decente. No estoy seguro de si hablar de monstruos literarios será una paradoja o una redundancia. En cualquier caso, mi monstruo predilecto no tiene nombre, ni cara, ni atributos específicos. Es una fuerza invisible y podríamos quizá denominarla Eso. Protagoniza casi toda la poesía y también muchas narraciones, como "Casa tomada" de Cortázar. Eso: lo desconocido o postergado. Eso: lo silenciado que vuelve, empuja y reclama su lugar en nuestra casa.