30 de diciembre de 2011

Postal de Año Viejo



Esta es la puerta de mi memoria. Del edificio donde pasé mi infancia. Avenida Independencia. Número 331. Esta es la puerta que ya no cruzo, el picaporte que no me gira, el umbral al que sólo se regresa de espaldas. Mirarlo encoge. Traspasarlo envejece. Si ahora toco el timbre, no reconoceré la voz que me responda. Pudiera ser la mía.

28 de diciembre de 2011

Je me souviens

La nostalgia tiende a cerrar los ojos. Nunca he sido muy partidario de ella: en general me resulta conservadora. La tristeza por el paso del tiempo es algo bien distinto. Una cosa, discutible, es sobrevalorar el pasado, el origen. Y otra, inevitable, contemplar nuestra mortalidad. He ahí quizá la razón de que recordemos.

26 de diciembre de 2011

El calendario de Quevedo

«Ayer se fue», el año pasado no compró billete de vuelta, sus espaldas están fuera de nuestro alcance, pensar hoy en 2010 parece un ejercicio de arqueología minúscula, «mañana no ha llegado», el año próximo, este ya casi 2012, todavía no sabe qué decirnos, nos parece lejano en su proximidad, está frente a nosotros pero es invisible, «hoy se está yendo sin parar un punto», 2011 no tiene nada más que decirnos, ya lo perdemos de vista, como no vemos casi el suelo que seguimos pisando, el suelo en el que huimos hacia no se sabe dónde. Pero tarde o temprano aparece Quevedo.

19 de diciembre de 2011

Un suicida risueño





(Celebrando la edición mexicana del nuevo libro Hacerse el muerto; Madrid, octubre de 2011; México DF, diciembre de 2011.

Producción: Zebra Audiovisual. Dirección, fotografía y edición: Lucía Martínez Cabrera. Voz del autor, en su maltrecho dialecto natal.

Ver cuentometrajes anteriores: El fusilado y Las cosas que no hacemos.)

16 de diciembre de 2011

La lectura como energía

Ojalá las librerías, lugares amados, jamás desaparezcan. Las imagino reciclándose, expandiendo sus funciones, enfatizando su rol de centro cultural. Una librería no sólo expende libros. También es un lugar de encuentro, orientación y aprendizaje. Libro impreso y digital convivirán largamente. Ambos tienen ventajas específicas. Gutenberg e Internet ni siquiera se oponen en la práctica. Además del e-reader, localizamos y compramos libros encuadernados a través de la Red. Los cambios tecnológicos necesitan dejar de ser un tema. Sólo entonces serán realidad asimilada. La lectura no se inventa ni se extingue: se transforma.

14 de diciembre de 2011

La hermenéutica

Al terminar ese libro, algunos lectores experimentan notables potentes de risa. Arrebatados por una dicha caprichosa, pasan el resto del día con cierta propensión a bromear con sus vecinos más antipáticos. Otros lectores permanecen inmóviles, incapaces de soltar ese libro, como electrocutados por el llanto. Las sombras los rodean poco a poco, adquiriendo la forma de los seres amados que se fueron. De vez en cuando, ese libro también desata olas de furia muy poco edificantes, nombrando la violencia silenciosa de quien acaba de descifrarlo. Ciertos lectores, en cambio, tras repetirse en voz baja las últimas líneas, sienten la irrefrenable necesidad de abrazar a alguien, a quien sea, ahora mismo. Por regla general, su casa está vacía.

12 de diciembre de 2011

Su excelentísimo señor

Sea cual sea el resultado de la investigación en los asuntillos de don Urdangarín, medio duque de Palma gracias a cierto Real Decreto y al extraño fervor español por los borbones, todo este revuelo me parece digno de celebración. Al fin se ha roto un tabú. El tabú. La inmunidad de esa familia que, considerando la excepcionalidad legal que la envuelve como una placenta, era más bien una familia fantasmagórica: irreal. Su excelentísimo señor Urdangarín tenía ojo para el balonmano, pero ojo con las manos. Su excelentísimo señor metía goles, que no es lo mismo que ir pegando pelotazos. Su excelentísimo señor contrajo un matrimonio conveniente. Que es algo muy distinto, oscuras majestades, que un patrimonio inconveniente.

9 de diciembre de 2011

Seis perplejidades


Una bonita revista chilena me ha pedido, horror, seis consejos para escritores principiantes. Como si uno dejara, alguna vez, de ser exactamente eso. Mi perpleja respuesta podría ser la siguiente:

1. No aceptar actitudes paternalistas de los autores mayores. Ellos también fueron jóvenes y, con toda probabilidad, más indocumentados.

2. La tradición no pesa: invita. Escribimos mientras leemos. La escritura es una forma suprema de relectura.

3. Ensayar, errar y repetir. Un manuscrito malo es mucho más valiente que un supuesto genio que se abstiene por si acaso.

4. Corregir hasta el límite de nuestra paciencia, que cuanto más corregimos más se amplía.

5. Recordar que todos somos principiantes: la escritura es un arte inaugural y, por tanto, carece de expertos.

6. No aceptar seis consejos de nadie. Uno ya es un abuso.

7 de diciembre de 2011

Complejidades

Ruiz Zafón acaba de ensayar una ejemplar tesis comparativa. Siempre atento a las teorías de la recepción, nuestro ventoso autor declaró sobre su último lanzamiento: «Es una novela más luminosa, menos oscura y ambigua que la anterior. Sabía que los lectores se iban a enfadar conmigo por liarles, pero estaba previsto». Carlos, osado Carlos, ¿cómo se te pasó por la hipófisis intentar ser ambiguo, cuando se puede ser unívoco para siempre? ¿Para qué buscar el claroscuro, si se puede encender un foco de mil quinientos vatios? Y sobre todo, Carlos, luminaria nuestra, ¿cómo consideraste la posibilidad atroz de liar a tus lectores? ¿No ves que nos perdemos enseguida? En esta tercera entrega tienes a bien revelarnos «las claves para interpretar el libro anterior». Nos alivia semejante magnanimidad hermenéutica. «Los hilos se van atando», explicas, «y eso generará una lectura más acelerada». Lo de acelerar su lectura me parece fantástico, hay cosas que es mejor terminar cuanto antes. La única duda que me queda, imperceptible casi, es la siguiente: ¿cómo harás para desliarnos si te has puesto a atar hilos? Fatalmente, las complejidades nos persiguen. Seguro que todo se aclara en la cuarta entrega.

3 de diciembre de 2011

La globalización según un cuate tapatío

«Nomás así es la pinche globalización, güey. Fíjate que cuando en Japón les va a toda madre y andan sobrados de lana, aquí ni cuenta nos damos. Pero si va un tsunami y los chinga, entonces aquí todos nos jodemos.»