29 de febrero de 2012

Dicotomía, dictadura y compromiso

Las dicotomías son el mayor obstáculo para el pensamiento político. Cuando firmé el manifiesto en defensa de la libertad de expresión en el Ecuador (firmado también por medio centenar de escritores y periodistas ecuatorianos), no lo hice porque suscribiese necesariamente las opiniones del libro de denuncia El Gran Hermano, ni de aquella controvertida columna publicada en El Universo. Sino porque, como profunda cuestión de principios, me parece inaceptable que un Gobierno persiga, con multas astronómicas y hasta penas de cárcel, a los opinadores políticos de su país. Un Gobierno democrático está para garantizar la discrepancia pública. Ahora bien, algo me chocó en dicha columna: el uso y abuso de la palabra «dictador» aplicada a Correa, presidente legítimo y electo. Por muy indignado que esté, ningún periodista latinoamericano debería utilizar en sentido laxo semejante término, de siniestras resonancias históricas. Por esa misma razón me ha sobresaltado la respuesta del propio presidente, que ha invocado a su vez «la dictadura» de los medios de comunicación. ¿Hasta dónde llegará este intercambio de irresponsabilidades ideológicas? Como toda mi generación en Argentina, fui concebido a la vez que el último golpe de Estado. Nací en un país desangrado por una dictadura. Mis tíos, como tantos otros, fueron secuestrados. La libertad de prensa y expresión no existían en aquel momento. Ninguna de esas cosas, por fortuna, ocurre ahora. Precisamente por eso es posible este debate.

25 de febrero de 2012

Sábado sintomático

Hoy es el primer sábado sin Público en los quioscos. Que cierre un diario es triste. Que cierre un diario crítico es alarmante. Que un diario crítico cierre precisamente ahora, en tiempos tan conservadores, eso ya es sintomático.

23 de febrero de 2012

El bombardeo

«Pasé toda mi infancia aquí», dice el guía libanés de Catherine Deneuve en la impactante ficción documental Je veux voir, «y no consigo reconocer nada». Ambos caminan entre escombros. La calle no ha cambiado: simplemente ha desaparecido. Ya es invisible. Podría incluso no haber existido. Los ataques militares no sólo destruyen presente, material disponible, vida cotidiana. Sino, casi peor, bombardean el pasado. Violan la memoria de cada cual. Toda guerra es una posguerra. Justo en ese momento, las cámaras dejan de grabar la noticia.

20 de febrero de 2012

Cuestuitnario y aforréplicas

–¿Es comparable un aforismo a un tuit?
Por supuesto, siempre que el tuitero tenga conciencia aforística. El aforismo no es un soporte, sino una actitud conceptual.

–¿Qué diferencias tienen en cuanto a técnica y contenido?
La técnica me parece similar: concisión, elipsis, contundencia. Quizá la diferencia esté en que la mayoría de tuits alude a la actualidad, mientras la mayoría de aforismos se refiere a la naturaleza humana, que es algo bastante más antiguo.

–¿Hacían pensar más los aforismos en libro que los tuits en el móvil?
No veo por qué. Hasta que no dejemos de oponer papel y pantalla, sospecho que estaremos en pañales 2.0.

–¿Qué aportan las redes a esta forma de escribir?
Difusión, velocidad, oportunidades. Y algo todavía más importante: memoria. Aunque a veces paradójicamente lo olvidemos, internet es un pozo de recuerdos.

–¿Está aumentando el interés por los aforismos?
¿Esta entrevista no es una respuesta?

–¿Cambia el lenguaje del analógico al digital?
Cuando el texto dialoga con vídeos, audios y demás recursos propios de la pantalla, evidentemente sí. Pero, si hablamos de palabras, ¿por qué iba a cambiar? Si hay algo que no cambia es nuestra obsesión por los cambios.

–¿Qué comparación habría entre los aforistas de siempre y los tuitstars de hoy con miles de seguidores?
Los grandes filósofos tenían, y siguen teniendo, miles de seguidores. Para asombro de Descartes o Sócrates, «Pienso, luego existo» o «Sólo sé que no sé nada» llevan siendo retuiteados desde hace siglos.

–Hoy que tanto nos cuesta fijar la atención en textos largos, ¿es más fácil vender textos breves?
Breve no es igual a fácil, ni largo igual a difícil. Muchos bestsellers son bultos considerables, y los poetas publican libros brevísimos. El desafío está en la complejidad, no en la longitud. Todo hombre bajito como yo estará de acuerdo con esa esperanza.

(cuestionario para un reportaje de El Correo. Más sobre el tema en El País.)

17 de febrero de 2012

Yo, laboratorio

Astronomía y narrativa comparten la obsesión visionaria por observar y el conflicto incesante del punto de vista. Ambas tratan de acercarse a algo que parece conocido pero resulta un misterio: el cielo estrellado, la naturaleza humana. Hay escritores ptolemaicos y escritores copernicanos. Los primeros parecen creer firmemente que la realidad gira alrededor de sí mismos. Los segundos sospechan que ellos mismos orbitan alrededor de otros cuerpos. Unos serían geo, egocentristas. Otros serían helio, aliocentristas. El narrador geocéntrico suele dar cuenta de quién es. El narrador heliocéntrico tiende a querer ser otro. La diferencia entre ambos arquetipos no depende, por supuesto, del uso de la primera o la tercera persona. Lo fascinante es cómo, sin salir del espacio del yo gramatical, la escritura es capaz de albergar infinitas perspectivas. La primera persona es un laboratorio. Un narrador bien puede someterse a entornos extraños, provocarse dolores desconocidos, transplantarse memorias ajenas. Visto con telescopio, yo somos muchos. Y todos ellos, demostró Pessoa, podrían ser sinceros. Para contar la historia de cualquier hijo de puta, lo más interesante sería dejarlo hablar, explicar sus razones. Quizás hasta descubrimos que se parecen demasiado a las nuestras.


(Resumen del artículo en la Revista Ñ, 11-02-2012. Leer texto completo...)

14 de febrero de 2012

Quedarse mudo

Algunas de las mejores películas que he visto son mudas. Basta nombrar Nosferatu, La pasión de Juana de Arco, La quimera del oro o The Unknown. El cine mudo partía de una intensa paradoja de fondo: tenía el afán de la explicación (subtítulos, gesticulaciones, énfasis musicales) y la virtud de la elipsis. La omisión de un elemento básico potenciaba sus demás recursos. Trabajaba a partir de una carencia. Eso se llama estilo. The Artist no habla tanto del cine mudo como del paso del tiempo. Del ruido abrumador que hace en nuestra cabeza darnos cuenta de que envejecemos. De que nuestros sentidos también pierden vigencia. Quizá por eso la última palabra que se escucha en la película sea «¡Silencio!». El protagonista, la antigua estrella, cree que su tradición es superior. Que hoy se ha perdido el gusto. Hasta que empieza a intuir, a puros martillazos de presente, los límites de su propia estética. Y, como en una pesadilla lúcida, comprende que el lenguaje ha cambiado. Estreno históricamente oportuno, la película trasciende el culto al vintage para sugerir un posible destino para las artes analógicas. Da vértigo pensar no ya en su caducidad, sino en futuros tiempos, quizá no tan lejanos, en que las actuales generaciones digitales sentirán que el mundo ha dejado de comprenderlos. Y que internet era mucho más humano, cálido y artesanal que eso de ahora. Eso que desconocemos.

10 de febrero de 2012

De justicia (2)

Haciendo un esfuerzo de ecuanimidad, uno puede asumir las complejidades del conflicto jurídico, y hasta filosófico, que plantea la sentencia contra el juez Garzón. Es decir, hasta qué punto un fin noble (combatir la corrupción política, acabar con los delitos institucionales) justifica los medios empleados (escuchas ilegales, irregularidades en el procedimiento). Y me parece sano que una democracia regrese siempre a esa pregunta. El problema es que este exquisito celo por los derechos de los acusados se haya aplicado tan a rajatabla, oh casualidad, con poderosos políticos y ricos empresarios. Nos cuesta imaginar semejante rigor para velar por reos menos influyentes. El resultado es que los probables corruptos quedan libres, y quien los acusaba es castigado. Cuando justicia y sentido común parecen oponerse tan frontalmente, la sociedad que legitima a esa justicia debilita sus convicciones. Más allá del destino de Garzón, que es árbol y no bosque: ¿acaso nadie va a investigar, con los medios judiciales apropiados, lo que él estaba investigando? Desde esta decisión del Tribunal Supremo, el PP ya no tiene mayoría absoluta, sino suprema. Quizá por eso la flamante tesis doctoral del ex reo Camps se titule Propuestas para la reforma del sistema electoral.

6 de febrero de 2012

De justicia

Cuando un juez se convierte en una de las personas más célebres de un país, es que su tarea estaba demasiado pendiente. Lo que haga España con él será un autorretrato.

4 de febrero de 2012

Epitafio de gracias


Debo mucho
a quienes no amo.
(…)
Estoy en paz con ellos
y en libertad con ellos,
y eso el amor ni puede darlo
ni sabe tomarlo.
No los espero
en un ir y venir de la ventana a la puerta.
(…)
Gracias a ellos
vivo en tres dimensiones,
en un espacio no-lírico y no-retórico,
con un horizonte real por lo móvil.
Ni siquiera imaginan
cuánto hay en sus manos vacías.


Wislawa Szymborska fue mujer, poeta e inteligente. No sé cómo habrá hecho para llegar a vieja, aunque sospecho cuánto tuvo que aguantar para llegar a sabia.


[el poema "Agradecimiento" forma parte del libro El gran número. Traducción: Abel Murcia.]

2 de febrero de 2012

Amor a las antípodas

Me encantan los autores cuyo estilo no se parece al mío. Entrar en una estética alejada, extranjera, me proporciona la curiosa sensación de estar en casa. No busco confirmarme cuando leo. Busco más salir de mí.