27 de noviembre de 2011

El sol

«No te entiendo un pito lo que me decís», me dijo el conductor del autobús, o sea colectivo, o viceversa, mi primera jornada en Buenos Aires. Llevaba todo el día explicándome mal, queriendo decir una cosa y balbuceando otra, dando rodeos involuntariamente cómicos, reaprendiendo el léxico con el que aprendí hablar. «No te entiendo un pito, flaco», me repitió mientras manejaba, o sea conducía, o viceversa, y me entregaba mi correspondiente boleto o billete o pasaporte a ninguna parte. En mi ciudad natal brillaba el sol, que no tiene dialecto y tampoco le importa.

24 de noviembre de 2011

Farewell, Rome

Keats no viajó a Roma para salvarse, sino para agonizar con alguna armonía. Aparte de su clima (menos benévolo de lo que los ingleses sueñan), Roma era la ciudad de la poesía. De los amores secretos, como supo Goethe. Y de la permanencia de la memoria, consuelo que sólo la antigüedad clásica puede brindarnos. Allí Keats gozó de una primera semana de mejoría, logrando dar paseos casi póstumos. El resto del tiempo lo sufrió acostado. Iba con él Joseph Severn, pintor, viajero y, sospecho, algo más que fiel amigo. Suyo es aquel retrato del poeta leyendo, inclinado, en una silla. Cuando fue retratado, Keats había empezado a notar los primeros síntomas de la tuberculosis. En ese mismo período escribió la Oda a un ruiseñor. Esta coincidencia sugiere que el poema no le canta a lo eterno, sino más bien a su imposibilidad. Que levanta un monumento y lo desmonta. Desde la cama donde esperó su final, como un precoz Onetti, Keats escuchaba el trajín de la Piazza di Spagna. A través del ventanal, la música de la vida debió de parecerle tan inverosímil como la posteridad del ruiseñor.

21 de noviembre de 2011

Presidente Ausente

Rajoy fue un candidato (igual que su oponente) al que nunca eligieron los militantes de su partido. Rajoy tampoco ha sido votado por su programa electoral. Ni siquiera ha necesitado decir nada durante la campaña. La última campaña analógica ha resultado ser la primera literalmente virtual: el silencio ha bastado. Rajoy es presidente por omisión. Un presidente de nuestro tiempo. Las finanzas ya buscan a su siguiente títere.

19 de noviembre de 2011

El extranjero

«¿Se podría formar el partido de los que no están seguros de tener razón?», imaginó Camus, «sería el mío.» Citar es democrático. La democracia, trágica.

17 de noviembre de 2011

El paraíso

Ya está Europa planeando la salvación de sus centrales nalgas. Habrá, como hubo siempre, dos Europas, como hubo y habrá sur y norte, materia prima e industria, trabajadores e inversores, ahorros y paraísos fiscales. Al otro lado del agua, en Chile, país de sures y nortes internos, leo el curioso Sermón de la montaña que escribió Raúl Zurita hace ya cuarenta años, o quizás esta mañana: «Yo no creo en la resurrección de la carne porque los únicos que resucitan siempre son la plusvalía y el comercio». Amén, mamá Merkel.

14 de noviembre de 2011

Mito y cicatriz

No me fascina particularmente Marilyn Monroe. Pero siempre me ha fascinado la admiración de mi padre por ella. Digamos que soy su fan por pariente interpuesto: eso se llama memoria colectiva. Leyendo una crónica de su última sesión fotográfica, me entero de que la diva tenía una evidente cicatriz en el costado. La habían operado de la vesícula. Marilyn también tenía vesícula. Y callos. Y arrugas. Qué belleza. Bert Stern consiguió retratarla desnuda, o casi (todo gran desnudo es un casi). Al hacerlo, descubrió «una imperfección que la hacía parecer más vulnerable. Podías meter un dedo en su piel, como probar un merengue recién hecho». Lo que vio Stern, pero no se ve en las fotos, fue lo más propio de ella. La verdad. No dos tetas. Medianitas, tristonas. Ni el inicio del pubis. Concurrido, corriente. Sino eso: su marca. Esa herida en la piel. Stern desnudó a Marilyn justo antes de su muerte. Le hizo el amor, le hizo el horror. La convirtió de nuevo en Norma Jeane. Casi la salva.

11 de noviembre de 2011

Lector creciente

La vocación de un microtexto es crecer en silencio. Toda obra por supuesto se extiende, es rescrita al ser leída. Pero, en ese proceso de recepción, las microformas dan un paso más o, mejor dicho, un paso menos: cuentan con el lector como cuerpo del texto mismo. Su sintaxis parte de la certeza de una interrupción. De que su redacción será terminada en otra parte. Esto convierte al lector no solamente en intérprete, sino en colaborador lingüístico. Las microformas necesitan lectores valientes. Es decir, que soporten lo incompleto.

8 de noviembre de 2011

El Gran Debate

-Que no.
-Que sí.
-Me quemas.
-Tú más.
-Tú, tú.
-¡Tururú!
-Te callas.
-Te callo.
-No, no.
-Ni no, ni sí.
-Te gano.
-No me da la gana.
-¡Ñoño!
-¡Niña!
-La culpa fue tuya.
-Eso, tuya.
-Mientes.
-Mentira.
-¿O sea?
-No sé.
-¿Qué pensará la gente de nosotros?
-¿La qué?

7 de noviembre de 2011

La minoría

Ligera, en una esquina, frente a la ventana abierta, la papeleta tembló con el cambio de aire, rotó, pareció levitar, se dobló como una ola, como un caballo rampante, destacando sobre el resto de papeletas. La mano la esquivó y levantó la de siempre.

4 de noviembre de 2011

El zapping como secuestro

«La libertad», resumió el pálido rey David Foster Wallace, cuya lucidez no le sirvió para defenderse, «es poder elegir a qué le prestamos atención».

2 de noviembre de 2011

Pequeño silogismo bursátil

Las Bolsas han caído porque Grecia convoca un referéndum. Los ciudadanos votan y los inversores se abstienen. Ergo las Bolsas suben cuando la democracia baja.