Rajoy fue un candidato (igual que su oponente) al que nunca eligieron los militantes de su partido. Rajoy tampoco ha sido votado por su programa electoral. Ni siquiera ha necesitado decir nada durante la campaña. La última campaña analógica ha resultado ser la primera literalmente virtual: el silencio ha bastado. Rajoy es presidente por omisión. Un presidente de nuestro tiempo. Las finanzas ya buscan a su siguiente títere.