Me cuenta Sònia Hernández que un día, en su trabajo, unos albañiles empezaron a levantar una pared sin razón aparente. De inmediato la rutina de los empleados se alteró: ¿para qué era esa pared? ¿Qué iban a tapiar? ¿Qué había que dividir? Durante algún tiempo, nadie habló de otra cosa en el trabajo. Finalmente el misterio se aclaró: la pared era para instalar una puerta. De esta anécdota saldría, más tarde, un cuento titulado "De la puerta y los seres extraños". Puede que la escritura consista exactamente en eso. En construir frase a frase, con un esfuerzo ciego, un muro de palabras para entrar o salir.