Los controladores aéreos hacen huelga por sorpresa y el puente vacacional tiembla. El gobierno decreta el estado de alarma y sus propios puentes tiemblan. La oposición mira al cielo y se frota las manos. Abro la novela El alma del controlador aéreo, de mi admirado Justo Navarro. Leo: «Así empiezan las historias: un rey muere y un príncipe nace».