Vengo rastreando desde hace meses los poemas de Natalia Litvinova. En su blog propio, en su libro Esteparia (Ediciones del Dock), en otros blogs. Es joven y ancestral: no hagamos cuentas. Sus poemas tienen el misterio de la sencillez, que es lo contrario de la simpleza. En uno de ellos leo: «cuando no sé decir, dibujo./ si el árbol no se mueve en la hoja/ pronuncio su temblor». Litvinova es bielorrusa y argentina y perfectamente extranjera, igual que todo el mundo. No exhibe teorías, sólo temblores. No sabe dónde está, bendita ella. La única certeza que tiene es el talento.