En mi hotel de Londres, The Cumberland, Jimi Hendrix concedió su última entrevista. Cinco días antes de morir. En la suite 5001. Lo recuerda una placa junto a la recepción. Hoy aquella habitación es una especie de museo habitable: por una preocupante cantidad de libras, el huésped puede dormir bajo el techo donde Hendrix grabó sus últimas palabras. La estancia ha sido decorada siguiendo los recuerdos del periodista que lo entrevistó aquí hace cuatro décadas. Suite 5001: suena a ciencia ficción en pleno viaje lisérgico. En el año 5001, si es que el mundo llega, en este mismo lugar quizás habrá otra placa que recuerde esta placa, junto a un cascote multicolor. Del rock and roll quedarán unos ruidos indescifrables. Las guitarras eléctricas serán reliquias prehistóricas. Los blogs serán papiros que habrá que traducir. Tú y yo seremos un imperceptible gas. En ese gas seguirá zumbando Foxy Lady.