Eduardo Berti acaba de publicar Lo inolvidable, colección de cuentos que merece su título. Lo termino de una sentada: pero no rápida, sino fluida. Los libros intrascendentes se leen sin interrupción. Los libros inquietantes, sin tregua. Esa es la diferencia entre ligereza e intensidad. El final del libro de Berti retrata en simultáneo a sus propios lectores, nos sorprende haciendo exactamente lo mismo que estamos leyendo. En penumbra, unos amigos que se cuentan historias de fantasmas van apagando velas: una por relato. Justo después del último, el narrador se levanta para soplar la única vela que queda encendida. Entonces se oye un grito: «¡No la apagues, por favor!». Terminar un buen libro se parece a apagar la luz. Nos da placer y miedo llegar al final. Sus fantasmas iluminan la oscuridad que dejan.