La era de las teleseries en absoluto obliga a desechar toda forma de narrativa clásica. Lo clásico no es igual que lo tradicional: lo primero profundiza en los maestros; lo segundo repite convenciones. Junto a Six feet under, una de mis series preferidas de la década es In treatment. La austeridad de su planteamiento roza el suicidio televisivo. Como un telemanifiesto del siglo 18, la serie mantiene radicalmente la unidad de acción, espacio y tiempo. Contra todo pronóstico, funciona. Cada capítulo es una sesión de terapia. Los pacientes se alternan semanalmente, hasta convertirse en individuos que los espectadores comprendemos mucho mejor que a nosotros mismos. A través del análisis de sus conflictos descubrimos los del propio terapeuta, el admirable Paul Weston, a quien raptaríamos para uso propio. Los personajes tienen una complejidad que asombra. Los diálogos, una profundidad entre el existencialismo francés y la novela rusa. Dirigida por Rodrigo García y producida por HBO (Dios o los anunciantes se lo paguen), se trata de una propuesta insólita para la tele. Y por cierto económica. A los productores no les vendría mal, en tiempos de crisis, pasar por el diván del doctor Weston.