También en Italia exigen la dimisión de Berlusconi, al que habían elegido varias veces. Primero lo votan, después lo botan. Es estupendo que intenten deshacerse de tan bochornoso personaje, aunque me inquieta que estas necesarias sublevaciones ciudadanas se estén produciendo de manera refleja por el mundo. Y que de pronto parezcan una eufórica moda global, más guiada por el contagio mediático que por la reacción política. Por la misma regla de tres, la próxima corriente de opinión mayoritaria alinearía al pueblo con una revolución, con una contrarrevolución, con el salvador de turno o con un concurso de la tele. Seguir a los demás no garantiza el cambio social, sino la supervivencia de los mecanismos de dominación. Lamento el escepticismo. Que ya es casi la única postura individual que nos queda.