Muchos nos prometemos no decir una sola palabra sobre San Valentín durante el día de San Valentín. Esta norma profiláctica no nos impide referirnos al asunto, ya de mucha mejor gana, cuarenta y ocho horas más tarde. Escribir sobre San Valentín es como aquello de regalar rosas: sólo resulta cursi cuando se hace una vez al año. En general, la actualidad parece más reveladora cuando llegamos a ella con cierto retraso: para eso sirve ojear periódicos viejos, placer redescubierto y multiplicado por la Red. Eso acabo de hacer con un estrujado ejemplar de Le Parisien del último 14 de febrero, cuya espantosa portada romántica se vuelve de pronto interesante, un punto trágica hoy, cuando han pasado los días y las parejas han vuelto a la rutina. El artículo principal del monográfico se titula Cómo lograr que su pareja dure: las cinco reglas de oro. La quinta regla universal sostiene, sin el menor rastro de ironía: «Cree su propio modelo». Desarrollando un poco más la idea, desde aquí proponemos humildemente una sexta y última regla: «Pídale el divorcio en la Torre Eiffel». Los grandes finales siempre nos conquistan.