Asisto a la inauguración del festival Cosmopoética, admirable resumen de lo lejos que ha llegado la poesía en Córdoba. Alessandro Baricco, que ha sido de todo menos poeta, comienza su charla con una paradoja verosímil: «Lo que sé sobre la poesía lo aprendí de cosas que no eran poesía». A su lado, el intérprete traduce palabra por palabra. Hasta que de pronto el autor emite una extraña onomatopeya. Una especie de tzas, o pchas, o incluso dlas. El intérprete duda un instante. Y a continuación, con cierta dificultad, imita ese sonido. Poesía también es eso: lo que cuesta nombrar. Que nos cueste nombrarlo es lo poético. Ese difícil decir algo que parecía evidente.