31 de diciembre de 2010

Propósito quieto

El año que viene me gustaría ser un viajero sedentario. Vivir las aventuras hipotéticas de quien, pudiendo desplazarse, mira por la ventana. Quedarse quieto no es lo mismo que estar inmóvil. En el ensayo Ir de viaje, del humanista andarín William Hazlitt, encuentro un maravilloso deseo: «Me gustaría pasar toda mi vida viajando fuera del país, ¡si en algún lugar pudiera tomar prestada otra vida para pasarla después en casa!». Nuestra casa es un lugar al que llegamos, no en el cual permanecemos.

30 de diciembre de 2010

Discrepo, luego apago

Cierra el canal CNN+ y el telespectador exigente (que, aunque parezca mentira, lo hay) mira el mando a distancia con perplejidad. Cuando la libertad de programación reduce la libertad de elección del espectador, es que algo va mal en nuestra democracia televisada. Escucho la entrevista de Gemma Nierga a Iñaki Gabilondo en el día de su despedida. Gabilondo habla del canal, del oficio periodístico y del brusco cambio de su imagen tras el atentado de 11-M. Ahora alguna gente lo insulta por la calle. «España», reflexiona, «es un país que no sabe discrepar». No sé si lo traicionamos dándole la razón.

29 de diciembre de 2010

Poeta en el país

Salgo por un tiempo de Granada, ciudad extranjera y propia. Me despido leyendo Mi pueblo y otros textos vegueros (Barril y Barral), recopilación de escritos que Lorca dedicó a su pueblo natal de la vega granadina. Revivo el temblor de la legendaria Alocución al pueblo de Fuente Vaqueros, compendio de las inquietudes humanistas y sociales del poeta. Cuesta creer que ese discurso fuera pronunciado hace 80 años: «No pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Ataco desde aquí violentamente a los que sólo hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales (…). Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. (…) Cuando Dostoievski, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en Siberia, tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua, pedía libros, es decir horizontes, es decir escaleras». Qué actual suena la vieja sensatez. Antes de despedirse, el poeta pronuncia: «Y un saludo a todos. A los vivos y a los muertos, ya que vivos y muertos componen un país». Lorca es este país mucho más que algunos vivos.

28 de diciembre de 2010

Innocence Day

[Estimad@s usuari@s:

les comunicamos que, tras las reiteradas filtraciones de Wikileaks, el Día de los Inocentes queda suspendido indefinidamente por falta de suscriptores.

Seguiremos informando. O no.]

27 de diciembre de 2010

Antes de que nos apaguen la luz

Eduardo Berti acaba de publicar Lo inolvidable, colección de cuentos que merece su título. Lo termino de una sentada: pero no rápida, sino fluida. Los libros intrascendentes se leen sin interrupción. Los libros inquietantes, sin tregua. Esa es la diferencia entre ligereza e intensidad. El final del libro de Berti retrata en simultáneo a sus propios lectores, nos sorprende haciendo exactamente lo mismo que estamos leyendo. En penumbra, unos amigos que se cuentan historias de fantasmas van apagando velas: una por relato. Justo después del último, el narrador se levanta para soplar la única vela que queda encendida. Entonces se oye un grito: «¡No la apagues, por favor!». Terminar un buen libro se parece a apagar la luz. Nos da placer y miedo llegar al final. Sus fantasmas iluminan la oscuridad que dejan.

26 de diciembre de 2010

Monarquía de la recepción

Un rey es un signo especular. Su significado no radica en su mensaje, sino en las lecturas que fuerza. Hace más de tres décadas que el discurso navideño de Juan Carlos I, prácticamente idéntico en cada emisión, es interpretado sin falta por todos los sectores políticos y mediáticos del país. Según sus intereses, cada exégeta cree apreciar diversos matices, sutiles inflexiones, insinuaciones ocultas en el insípido discurso. Pero todos quedan unidos por una misma base: la necesidad de acudir a la ceremonia del desciframiento. De entender algo, sin duda revelador, en las palabras del monarca. En este sentido, el discurso real es magistralmente irreal. Hipotético. Virtual. El discurso del rey no es lo que dice el rey. El rey no dice. Lo que dice es lo que interpretamos: ser sus intérpretes nos convierte en sus vasallos. Fieles. Año tras año. Pero, esta Nochebuena, basta: no sé de qué habló el rey. Ni idea. Nada. El signo se ha vaciado, viva el signo.

25 de diciembre de 2010

Feliz fealdad

Dice en alguna parte el poeta Gamoneda: «La belleza no es un lugar al que van a parar los cobardes». La belleza es valiente. Porque lo bello es siempre lo otro: lo feo que salvamos. Son bellas, por ejemplo, las estrías de tu cuerpo que cambia. Son bellos nuestros talones ásperos de tanto caminar. Son bellos esos pelos que crecen donde les da la gana. Son bellas las ronqueras, que todo lo pronuncian como despidiéndose. Son bellas las ciudades sucias, que brindan con basura por su tiempo. Eso somos. Alta, sublime basura. Felices fiestas. Feliz fealdad.

24 de diciembre de 2010

La liturgia

Mi madre murió en Navidad. Cada Navidad muero con ella. En cada Navidad mi madre renace.

23 de diciembre de 2010

Certeza esteparia

Vengo rastreando desde hace meses los poemas de Natalia Litvinova. En su blog propio, en su libro Esteparia (Ediciones del Dock), en otros blogs. Es joven y ancestral: no hagamos cuentas. Sus poemas tienen el misterio de la sencillez, que es lo contrario de la simpleza. En uno de ellos leo: «cuando no sé decir, dibujo./ si el árbol no se mueve en la hoja/ pronuncio su temblor». Litvinova es bielorrusa y argentina y perfectamente extranjera, igual que todo el mundo. No exhibe teorías, sólo temblores. No sabe dónde está, bendita ella. La única certeza que tiene es el talento.

21 de diciembre de 2010

All you need is Ono

The U.S. vs John Lennon muestra la implicación política de Lennon. Y la labor autoproselitista de Yoko Ono. Jamás he comprado la teoría de que ella provocó la ruptura de los Beatles: más bien pienso que él aprovechó una fecunda relación amorosa para catapultarse fuera de un mito universal que lo estaba asfixiando. Gracias a su influencia, Lennon evolucionó desde una pose de machito rockero a un feminismo creativo que estaba a la vanguardia de su tiempo. Pero Ono sí es responsable de sus propias simplificaciones conceptuales (donde Lennon nombraba conflictos, ella formula eslóganes) y, sobre todo, de los cortes históricos que inflige al legado de su difunto esposo. A cambio de autorizar la difusión de ciertas imágenes, Ono parece imponer silencios vergonzantes. El documental narra la vida de Lennon desde su llegada a Nueva York (1971) hasta la obtención de la residencia permanente, tras años de batallas judiciales (1976). Sin embargo, no hay ninguna alusión al largo período durante el cual convivió con May Pang –entre el 73 y el 75– y volvió a acercarse a sus antiguos compañeros. Para colmo, el final del documental desarticula el propio relato activista que pretendía exponer, derivando en una almibarada fábula familiar. Algún día conoceremos la historia íntegra de esos años. «¿Guardas rencor?», le preguntan a Lennon al salir del juzgado. «El tiempo», bromea él, «hiere todas las curaciones».

20 de diciembre de 2010

All you need is Nixon

Acaban de cumplirse 30 años del asesinato de Lennon y, como ritual beatlemaníaco, me siento a ver The U.S. vs. John Lennon. El documental indaga en las ideas políticas de Lennon, su activismo con lucidez publicitaria y sus comprometedoras amistades en la izquierda radical, incluidos los Panteras Negras. Paralelamente a este retrato individual (como en el extraordinario documental Inside Deep Throat), se destapan las censuras y persecuciones del gobierno de Nixon. En los extras hay una comparativa entre Nixon y Bush, entre el clima del país durante la guerra de Vietnam y tras el 11-S. Generalizando su enfoque, el documental podría titularse Seguridad vs. Individuo. El material audiovisual no tiene desperdicio. Me quedo con la foto de una manifestación donde se ve a una chica, con gafas psicodélicas y pin pacifista, sosteniendo una pancarta: «PROTEST IS PATRIOTIC». No me sorprendería que alguna empresa nixoniana hubiera fabricado el merchandising.

18 de diciembre de 2010

Buenos días, invierno

Nieva en París, en Londres, en Nueva York. Diluvia en España, donde el sol está en huelga. Al norte del mundo las camas se hielan. A los desempleados la sangre les hierve.

15 de diciembre de 2010

Date prisa

Algunos se asombran de que vivamos con tanta prisa. A mí me asombra que les parezca extraño. Vamos a desaparecer bastante pronto: no tenemos tiempo que perder. Y, por desgracia, tampoco que ganar. Carlos Pardo pregunta en algún verso: «¿Cómo recuperar mi tiempo y malgastarlo?». Esa, modestamente, sería la inmortalidad.

13 de diciembre de 2010

Saludando a Morente

Al maestro Morente le gustaba ir, entre otros, al bar Candela, en el barrio del Realejo. Pasé varios años en ese precioso barrio granadino, donde fui feliz casi siempre. Como tantos vecinos, a menudo tenía la ocasión de cruzarme con Morente e intercambiar saludos. Uno ponía la admiración y él, la sonrisa tímida. Cuanto más estrecho y feo fuese el bar, más a gusto parecía. A veces me quedaba mirándolo y tenía la impresión de que, en lugar de llevársela a los labios, iba a ponerse a cantarle a su copa. Otras veces pasaba en un coche destartalado, que conducía con toda clase de síncopas. Una tarde estuve a punto de ser atropellado por él frente a la puerta de Correos. Cuando me volví para increpar al conductor, vi que era Morente y acabé saludándolo. Él levantó una mano, sin apartar la vista de su canción rodante. Escucharlo en acción era soñar la historia del flamenco entera, desde la raíz hasta la vanguardia. No es justo hablar de él en pretérito. Más apropiado sería cantar de él en futuro.

12 de diciembre de 2010

Dopaje social

Sigo con interés -y poca sorpresa- la Operación Galgo. Imagino que el caso se cerrará en cuanto condenen a varios atletas, un par de entrenadores y algún médico. El resto de la cadena quedará intacto. Y no me refiero sólo a los jefes federativos. Ni a los responsables de subvencionar a los atletas. Me refiero a nosotros. A nuestra sociedad de consumidores de gloria. De espectadores adictos a los triunfos épicos. De yonquis de medallas que supuestamente nos representan. Como sugiere Isaac Rosa en su columna, existe una relación ética entre la burbuja inmobiliaria y la hinchazón deportiva. La compulsión dopante también es del público que cuenta los récords, que los exige. La prensa se ha convertido en una máquina de vender y triturar estadísticas. Todos, con los medios a la cabeza, sobrevaloramos la ejemplaridad social del deporte y endiosamos a sus triunfadores. ¿Por qué va a ser ejemplar vivir para competir, para derrotar a los demás? A ver cuándo les hacemos un homenaje a los que quedan cuartos y se van en silencio. Eso sí que sería amor por el deporte.

11 de diciembre de 2010

El demasiado mundo

Quienes dicen que el mundo es un pañuelo no se han sonado nunca la nariz. O la tienen más grande que Pinocho. El mundo es inabarcable y nosotros, diminutos. Tener el mundo a golpe de pantalla no lo reduce en absoluto: lo amplía. Ves cómo cada cosa se descompone en millones. Ves cómo tú no puedes ser millones. Somos nosotros, no las ventanas, los minimizados. Le cambiaría a Bloom la ansiedad de la influencia, que no deja de ser amable y prestigiosa, por la ansiedad de la información, que se ha vuelto hostil y frustrante. En el poemario Alicia volátil, Sofía Rhei se desdobla en decenas de posibles Alicias que nunca serán suficientes. En uno de sus poemas, leo: «Reducida a elegir,/ soy testigo de mis propios crímenes,/ de las mutilaciones de todo lo que no tuvo la oportunidad./ Sólo en la duda lo infinito sigue siendo posible». La preciosa edición, publicada por Cangrejo Pistolero, incluye unas gafas para leer en 3-D. La cuarta dimensión es la ansiedad de que tú leas lo que yo leo.

10 de diciembre de 2010

Piropo

Sí. Me gustan las mujeres que podrían ser feas.

9 de diciembre de 2010

Good bye, Henry

Me despido de Londres leyendo a Henry James, que se despidió aquí. Elijo un libro divertido con un adiós triste: Daisy Miller. Nombre que, adaptado al español, sonaría flamenco: Margarita Molina. La novela narra el ir y venir de una muchacha inocente hasta la perversión, o acaso viceversa. Igual que esas ciudades extranjeras en las que terminamos pasando por el lugar que habíamos visto al principio, de Daisy salimos fascinados por la experiencia, aunque sin estar seguros de si la hemos conocido. Sin saber muy bien si es cándida o astuta, una cursi o un putón. El señor Henry escribía rozando la frontera entre el matiz y el eufemismo. En su prosa original, las cosas no se dicen: sólo podrían llegar a ser dichas («it may be said, indeed…»). Tampoco se describe su aspecto: apenas se descartan las descripciones inapropiadas («it was not, however, what would have been called…»). Al final, sin embargo, uno termina amando a Daisy. Y echándola de menos. Así es la crueldad de la ficción, tan parecida a la del amor. Primero alguien inaugura una compañía imprevista. Y después nos hace perder a quien en realidad no teníamos.

8 de diciembre de 2010

Aforismos espías

Wikileaks es al Estado lo que Google a la vida privada. A quienes miran, los miran. El que busca, es buscado. Sólo los pequeños secretos causan grandes asombros.

6 de diciembre de 2010

Inside, outside

Hoy no me he movido del hotel en todo el día. He mirado por la ventana, que da a otras ventanas. He escuchado los movimientos de la vida ajena a lo largo del pasillo. He espiado al servicio de limpieza. He bajado y subido en ascensor. He comido en el bar de la primera planta. He hablado en inglés con ucranianos, serbios y polacos. He hablado en inglés con una mexicana, sin saber que lo era. He hecho muchas preguntas en la recepción, como si estuviera a punto de salir a la calle. He leído periódicos. He regresado varias veces a mi cuarto. Me acuesto con la sensación de haber viajado lejos. Me encanta Londres. No sé cómo será.

5 de diciembre de 2010

Suite 5001

En mi hotel de Londres, The Cumberland, Jimi Hendrix concedió su última entrevista. Cinco días antes de morir. En la suite 5001. Lo recuerda una placa junto a la recepción. Hoy aquella habitación es una especie de museo habitable: por una preocupante cantidad de libras, el huésped puede dormir bajo el techo donde Hendrix grabó sus últimas palabras. La estancia ha sido decorada siguiendo los recuerdos del periodista que lo entrevistó aquí hace cuatro décadas. Suite 5001: suena a ciencia ficción en pleno viaje lisérgico. En el año 5001, si es que el mundo llega, en este mismo lugar quizás habrá otra placa que recuerde esta placa, junto a un cascote multicolor. Del rock and roll quedarán unos ruidos indescifrables. Las guitarras eléctricas serán reliquias prehistóricas. Los blogs serán papiros que habrá que traducir. Tú y yo seremos un imperceptible gas. En ese gas seguirá zumbando Foxy Lady.

4 de diciembre de 2010

Puente aéreo

Los controladores aéreos hacen huelga por sorpresa y el puente vacacional tiembla. El gobierno decreta el estado de alarma y sus propios puentes tiemblan. La oposición mira al cielo y se frota las manos. Abro la novela El alma del controlador aéreo, de mi admirado Justo Navarro. Leo: «Así empiezan las historias: un rey muere y un príncipe nace».

2 de diciembre de 2010

Esa pared

Me cuenta Sònia Hernández que un día, en su trabajo, unos albañiles empezaron a levantar una pared sin razón aparente. De inmediato la rutina de los empleados se alteró: ¿para qué era esa pared? ¿Qué iban a tapiar? ¿Qué había que dividir? Durante algún tiempo, nadie habló de otra cosa en el trabajo. Finalmente el misterio se aclaró: la pared era para instalar una puerta. De esta anécdota saldría, más tarde, un cuento titulado "De la puerta y los seres extraños". Puede que la escritura consista exactamente en eso. En construir frase a frase, con un esfuerzo ciego, un muro de palabras para entrar o salir.

30 de noviembre de 2010

Nostalgia, no te creo

Me gusta Philip Larkin, entre otras razones, porque no idealiza la infancia perdida. Porque sabe que ahí también hubo dolores, ruido, oscuridad. A esa manera escéptica de ser nostálgico la tituló, en uno de sus libros, El engaño menor. Otro poemario suyo, Ventanas altas, acaba de ser publicado por la editorial argentina Gog y Magog en versión del extraordinario Marcelo Cohen. A Larkin cualquier pasado le parece íntimamente sospechoso. Leo: «Me pregunto si/ cuarenta años atrás, mirándome, alguien/ habrá pensado: Eso es vida». ¿Eso es envejecer?, me pregunto leyendo. Eso es poesía.

29 de noviembre de 2010

El huevo o la política

Contemplo esta expresiva imagen del portavoz del Partido Socialista de Cataluña, que acaba de hacerse tortilla en las elecciones. ¿Qué estaba antes: el huevo o la política? ¿La crisis viene del mal gobierno, o el mal gobierno viene de la crisis? Mientras tanto los huevos se estrellan en las cabezas. Y nadie tiene huevos de gobernar con cabeza.

28 de noviembre de 2010

Ortografía, truhana

No me parece mal que, un par de veces por siglo, el software de nuestra preciosa lengua se actualice ligeramente. Mucho más (y peor) se actualizan otros sistemas operativos. Me gusta que el idioma haga gimnasia. Pero de pronto digo en voz alta la palabra truhán y, honestamente, no escucho un monosílabo. Tampoco al pronunciar guión. Devoción ortográfica, socórreme en mis tiempos de flaqueza. Amén. Y, por supuesto, amen.

27 de noviembre de 2010

La Matute y el caballito

Me ha alegrado el premio Cervantes de Ana María Matute. Para ser más preciso, me ha aliviado. Los reconocimientos merecidos nos dejan con la sensación provisional (y por supuesto falsa) de que tarde o temprano se hace justicia. Celebremos la noticia y olvidemos su tardanza. Aunque se trata de una excelente novelista, Matute es también autora de un pequeño gran libro por el que tengo debilidad: Los niños tontos. Un volumen de 21 microrrelatos fingidamente infantiles que bordean la poesía con sencillez, dolor y humor trágico. Uno de mis predilectos se titula "El tiovivo". Palabrita española que, dada la panhispanidad de la ocasión, recordemos que tiene un sinómino afrancesado: carrusel, y otro latinoamericano: calesita. «Qué hermoso es ir a ninguna parte», piensa el niño de la historia dando vueltas en él. Como esos artefactos giratorios, probablemente los premios no conduzcan a ninguna parte. Pero a veces su caballito tonto se posa en quien sabía galopar.

25 de noviembre de 2010

La rara percha

Amar pertenece al orden natural: como colgar la ropa en una percha. Ser amado es tan raro como colgar la percha en una ropa.

24 de noviembre de 2010

Primera tercera persona

Aterrizo en Buenos Aires y busco a sus poetas, que son un segundo modo de aterrizar. Leo a Javier Adúriz, poeta argentino hijo de españoles. En su libro Esto es así, una idea me detiene: «Hay una distancia considerable entre decir yo y escribir el yo». Conjugar en primera persona es un espejismo mecánico. Se hace, se pronuncia por defecto. Pero escribir un yo implica construirlo. Y, por lo tanto, desmontarlo antes. De pronto se me ocurre una pregunta. ¿Qué nos sucede cuando, en vez de decirlo o escribirlo, simplemente pensamos: yo? Quizá que una voz nos contesta: «él». Toda persona que habla cambia de lugar. El exilio sería eso.

22 de noviembre de 2010

En busca del tiempo secuestrado

Converso con amigos chilenos sobre la normalización de la memoria del pinochetismo. Uno de ellos me cuenta que, hasta hace no mucho, llamar públicamente dictadura a la dictadura podía sonar ofensivo. Al parecer eso empezó a cambiar con el arresto de Pinochet en Londres, adonde el genocida había volado confiando en su asombrosa condición de senador vitalicio. Una hora después de esta conversación, voy a una tienda de películas en la calle Merced, en el centro de Santiago. Compro una adaptación chilena de Proust: El tiempo recobrado de Raúl Ruiz, probablemente el mayor cineasta en la historia del país, exiliado en Francia tras el golpe de Estado. Pregunto también por un conocido documental de Patricio Guzmán, en el que se alternan testimonios de los secuestrados con las vicisitudes del encauzamiento al general: El caso Pinochet. Al escucharme pronunciar este título, un cliente muy bien vestido se vuelve para decirme: «¿Y qué caso es ese?». En la tienda no aparece el documental. Los vendedores tampoco parecen esforzarse demasiado en buscarlo. Me despido de ellos y salgo a la calle. Menos mal que, en vez de El tiempo perdido, llevo en una bolsita El tiempo recobrado.

21 de noviembre de 2010

Teoría de los trasnochadores

Los trasnochadores se quedan despiertos porque contemplan, proyectados en las paredes, los sueños ajenos. Después, cuando amanece, se acuestan a soñar con lo que han visto. Puede decirse que sueñan dos veces.

20 de noviembre de 2010

Los que tiemblan

De visita en Santiago de Chile, todo el mundo me cuenta qué estaba haciendo cuando ocurrió el terremoto de febrero. Muchos lo narran con cierto humor: así parece que ha pasado más tiempo del que ha pasado desde la tragedia. Ahora empieza el buen tiempo. El sol quiere volver. Camino por la comuna de Providencia. El suelo descansa. Los pies siguen temblando.

18 de noviembre de 2010

La visión

Vuelvo al hotel con ese aire de fracaso óptico que persigue al viajero contemporáneo. O sea, con la sensación de no haber visto nada de lo que podría haber visto. Subo a mi habitación. Trabo la puerta. Me recuesto agotado en el sillón. El televisor aguarda, negro. Las cortinas ocultan la ventana. Abro Tormenta de uno, del poeta Mark Strand. Leo: «Si la ceguera es ciega para sí misma/ entonces la visión vendrá». Cierro los ojos. Ahora sí. La noche brilla.

16 de noviembre de 2010

Réquiem de Atocha

Mientras desciende la escalera mecánica, quieto y en movimiento, contemplo desde arriba la estación de Atocha. Su multitud en tránsito. Su vegetación interior. Todo parece en orden, o en armónico desorden. Hay algo de la música de las esferas en este ir y venir. La vida es un trajín de direcciones. Pero toda esta gente, todo lo que llamamos realidad, podría desintegrarse en un instante. No consigo pisar esta estación sin pensar en el atentado. Ha quedado algo en el aire. Un eco expandiéndose. Una inminencia retrospectiva. Como si cada mañana la catástrofe estuviera a punto de suceder. Más que un recuerdo, es un rebobinado. La escalera llega a la planta baja. Pongo un pie en este suelo.

15 de noviembre de 2010

Llamadas telefónicas

Pienso en ese aparato que ya forma parte de nuestros despertares y abluciones. Como desayunar, ducharse o lavarse los dientes. Pienso en ese aparato a veces redentor, a veces maléfico. Que nos ofrece vigilancia y aventura, culpas y libertades. En España lo denominan móvil. Dicho así suena dinámico, viajero, positivo. Pero en Latinoamérica lo denominan celular. Dicho así, uno comprende que se trata de algo que penetra en tu organismo, lo infecta, se reproduce. Y te llama, te llama, te llama. Consulto la palabra celular en el diccionario académico. La segunda acepción reza: «Dicho de un establecimiento carcelario: donde los reclusos están sistemáticamente incomunicados». A la filología nunca se le va la cobertura.

13 de noviembre de 2010

La zona azul

Exploran mi lunar. La dermatóloga tiene estudiantes en prácticas. Mientras un monitor proyecta mi mancha como un archipiélago visto desde una avioneta, la doctora les describe la naturaleza del nevus congénito. El nevus congénito, dice, tiene bordes geográficos. O sea, irregulares y no muy definidos. Y tiene, continúa, una pigmentación flotante. O sea, más dispersa. Y también tiene, añade, unas zonas azules. Esas zonas, explica, se hunden más. Pueden ser profundas. Y muy inciertas. Aunque mutaran malignamente, nosotros desde aquí no podríamos verlo. Yo giro la cabeza. Miro a la doctora. Miro mi lunar en el monitor. La zona azul, entonces, es el punto donde la salud y la enfermedad se cruzan. Tarde o temprano todo lirismo es cruel.

12 de noviembre de 2010

La carrera

En Seúl, sobre hojas secas, Cameron y Zapatero corren juntos. El presidente inglés suda una camiseta que proclama a su isla como eje del mundo. El presidente español se abriga con los colores de su país, que está pasando frío. Cameron y Zapatero corren, corren. Tratan de darse prisa. No saben cuál de los dos llegará antes a los próximos recortes sociales. En la línea de meta, mientras tanto, sonriente, consumiendo isotónicas, Rajoy aguarda para dar el relevo. Se siente muy capaz de superar sus marcas.

11 de noviembre de 2010

Help, Aleph

Después de navegar demasiado por internet, poseído por la inercia de buscar para saber qué busco, incapaz de apagar el aparato, tecleo ayuda en el buscador. El primer resultado es «ayuda psicológica»: terapia en línea. El segundo resultado es la entrada de wikipedia que define la palabra ayuda. El tercer resultado es una ayuda para configurar el ADSL. El cuarto resultado es la ayuda del propio google. ¿Por qué lo llamamos navegación cuando queremos decir naufragio?

10 de noviembre de 2010

La Transición

En una misma semana, dos célebres escritores patrios se han autorretratado a su manera. Pero, sobre todo, han retratado a dos generaciones educadas en ciertos valores que siguen existiendo, aunque la España que los crió ya no exista. ¿O sí? A Sánchez Dragó le gustan las niñas y también le gusta jactarse de ello. De hecho, la prostitución infantil le parece todo un lujo, tal como explicó en Radio Nacional durante aquellos tiempos de modernización socialista. Lo interesante es que este individuo nunca fue un repudiado outsider, sino un presentador de programas culturales en las televisiones públicas. Mientras tanto nuestro autor más leído, Pérez Reverte, opinó que, si un ministro llora en público, le faltan «huevos» o es «un mierda» (la antropomorfización es suya). Más allá de sus nostalgias por el honor barroco, en aquellos dorados años en que los derechos humanos no existían, cabe recordar que nuestro popular novelista pertenece a la Real Academia de la Lengua. Mientras las instituciones –y no sólo las culturales– estén habitadas por semejantes arquetipos viriles, la Transición seguirá en marcha. Y con qué marcha, coño.

8 de noviembre de 2010

Bienvenida, traducción

A la entrada del hotel, un letrero anuncia: «Ya estás en Málaga. Ya eres de Málaga». Me gusta esta bienvenida que sugiere que los extranjeros no existen. Pero lo que me fascina son sus traducciones para los viajeros de otras lenguas. La frase original parece simple, y ninguna de sus cuatro traducciones dice lo mismo. «You are now in Málaga. You are now part of Málaga». Aunque la estructura sea idéntica, el matiz adverbial de now enfatiza la provisionalidad del visitante: estás aquí, en este momento. El texto en español, en cambio, adopta permanentemente al huésped. Le otorga un pasaporte imaginario. «Tu es maintenant à Málaga. Tu es désormais de Málaga». Esta versión combina ambas temporalidades: estás de paso, pero de ahora en adelante quedarás impregnado. «Willkommen in Málaga! Fühlen Sie sich hier zu Hause». Este recibimiento es puro Biedermeier: siéntase en casa. Bien, ¿y a quién le pertenece la casa? «Finalmente sei a Málaga, sei uno di Málaga». La conclusión es fiel: si estás aquí, eres uno más de aquí. Sin embargo el comienzo de la frase, finalmente, insinúa que hemos tardado un poco. Que podríamos haber llegado antes. La puntualidad no es una expectativa italiana. La traducción: ese reloj demente que abarca todas las zona horarias.

7 de noviembre de 2010

¿Y por qué no?

«¿Por qué escribe?» Todo escritor padece a menudo esta asombrosa pregunta. Que parece contener una implícita acusación: «¿No debería usted estar haciendo otra cosa?» Un electricista, un vendedor o un fisioterapeuta, que sin duda desempeñan oficios más respetables, rara vez necesitarán contestar por qué hacen lo que hacen. Por fortuna, acabo de encontrarme con un soneto de Óscar Hahn (poeta capaz de hacer que las formas clásicas parezcan raras) titulado ‘¿Por qué escribe usted?’. Valga como respuesta verosímil:

Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque al jardín
Porque Góngora porque la tierra porque el sol:
porque San Juan porque la luna porque Rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel
Porque la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed
porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más
porque algún día porque todos porque quizás

6 de noviembre de 2010

En la taberna

De visita literaria en Zaragoza, entramos a comer en una taberna de machos. Una taberna de machos es un lugar donde se parte el pan con un solo movimiento de dedos, se bebe el vino en jarras opacas y se mastica haciendo un ruido misterioso con las mandíbulas. Un ruido no a comida sino a cristales, a luz astillada, a cosa no dicha. Los machos comen en mesas separadas, hombro con hombro sin llegar a rozarse, conviviendo de perfil. De pronto notamos que todos ellos tienen la mirada perdida en el extremo opuesto del comedor. «Es», me dice Ismael Grasa, «como si estuvieran mirando un televisor que ya no está aquí». La soledad es eso, pienso: un televisor que ya no está. «Aquí tienes mi amor», me susurra al oído Manuel Vilas entregándome su poesía reunida, que se titula Amor. Nos quedamos callados. Después partimos el pan.

5 de noviembre de 2010

Rousseau 2.0

El prestigioso semanario alemán Die Zeit, en plena crisis económica y ante el supuesto declive del periodismo impreso, ha aumentado su tirada en papel, sus ventas de ejemplares y sus beneficios anuales. El diario tiene también una elaborada edición digital, donde no se reproducen todos los contenidos impresos ni se cuelgan de forma simultánea. Leo unas interesantes declaraciones de su director acerca de lo que él denomina las «creencias pararreligiosas» de internet. «Soy contrario», opina, «a la idea de internet como único medio democrático, como única esperanza, como única salida». Ciertamente, hay algo inquietante en el adanismo con que a menudo se concibe la Red (quizá porque aún no sabemos usarla): como un espacio libre a priori, pletórico de derechos y carente de deberes. Como un segundo mundo destinado a cumplir nuestras antiguas utopías de libertad absoluta. Como si, espontáneamente, navegar nos volviera mejores ciudadanos. Como si el internauta fuese bueno por naturaleza. El que esté libre de pecados virtuales, que tire el primer ratón.

4 de noviembre de 2010

Sonetea Party


Sarah Palin, tus gafas de diseño
van un siglo delante de tus ojos,
tus discursos provocan desalojos
y tus picnics engordan a tu dueño.

Sarah pálida, rezas de costado
y te cuesta entender el feminismo:
una mujer al mando no es lo mismo
que mandar a tus monjas al Senado.

My dear, no confundas los principios
con las tartas de fresa y los pasteles
que financian mormones municipios.

Tus misas son misiles filisteos,
conviertes inmigrantes en infieles
y tus bombas de crema, en bombardeos.

3 de noviembre de 2010

Tic-tac, Rilke

Esta tarde, horror, me he sorprendido escribiéndole una carta a un joven poeta. En ella le decía: «Tienes talento y tiempo. Y también, quizá, prisa. Pese a las advertencias paternalistas, esto último resulta inevitable. Tampoco es necesariamente malo, si se conjuga con la autoexigencia y el apetito por trabajar. Que la poesía requiere paciencia es algo que cualquier poeta acepta pronto, reescribiendo sus poemas y advirtiendo sus incesantes defectos. Pero de ahí a pretender reprimir la ansiedad, que es una de las emociones más intensas y constitutivas de la juventud, media un abismo en el que caen los mayores cascarrabias. Mayores poco sinceros con su memoria personal. Hay autores precoces y autores tardíos. Cada escritor tiene su propio ritmo. Lo demás pertenece a la mitología de la madurez, que no se alcanza nunca o se alcanza sin querer». ¿Cuántas cartas a jóvenes poetas hará falta escribir para dejar de serlo? No sé. Ojalá Rilke me hubiera mandado una carta, aunque sólo fuese para ordenarme que no escribiese más. El gran Rilke, que cantó sobre Buda: «Él, que olvida lo que experimentamos/ y experimenta lo que nos niega».

2 de noviembre de 2010

El monstruo Eso

Con ocasión de la noche de brujas, nos preguntaron a varios escritores cuáles eran nuestros monstruos literarios preferidos. Ganaron el mestizo Frankenstein, el ávido Drácula y el sincero doctor Jekyll, quien equivale a medio autorretrato de cualquier persona decente. No estoy seguro de si hablar de monstruos literarios será una paradoja o una redundancia. En cualquier caso, mi monstruo predilecto no tiene nombre, ni cara, ni atributos específicos. Es una fuerza invisible y podríamos quizá denominarla Eso. Protagoniza casi toda la poesía y también muchas narraciones, como "Casa tomada" de Cortázar. Eso: lo desconocido o postergado. Eso: lo silenciado que vuelve, empuja y reclama su lugar en nuestra casa.

1 de noviembre de 2010

El transporte

Feliz día de los vivos. De los vivos que transportan a sus muertos. Como el caracol que lleva su pasado y su futuro, que va y viene a la tierra.

30 de octubre de 2010

Felicidad y duelo

«Las felicidades se baten a duelo y una de ellas debe morir». Eso leo en el nuevo libro de cuentos de Antonio Ortuño, Señora Rojo. Cuantas más felicidades, ¿mejor? ¿O esas felicidades se acribillarían entre sí, tratando de imponérsenos, de reclamarnos todo nuestro tiempo? ¿Lo mejor sería entonces una felicidad pequeña, única y resguardable? Pero, ¿y si se muere? ¿Y si nos deja solos? ¿O si ya estamos solos? ¿Y si precisamente eso, estar solos, fuese la única felicidad segura? El duelo duele. La soledad suelda.

28 de octubre de 2010

Cervanautas

En el discurso cervantino pronunciado anteayer por Juan Goytisolo con ocasión del Premio Don Quijote, me reencuentro con una imagen que me ha perseguido obsesivamente desde mis primeros días de estudiante: la de Cervantes leyendo «hasta los papeles rotos de las calles». O, dicho de otro modo, leyendo con desesperación, con urgencia, con consciencia del tiempo. Me gusta imaginar a Cervantes, padre huérfano de nuestra lengua, haciendo correr sus ojos por el suelo, como quien intentase abarcar una pantalla tan amplia como el mundo. Me gusta imaginarlo hoy como un internauta pionero, fascinado ante la infinitud escrita, sin saber ni por dónde empezar, leyendo todo, nada. Con los ojos como ruedas de molino.

27 de octubre de 2010

Brevedad y otras muertes

Paso por La Haya, ciudad de leyes donde hace tiempo merecí una multa de tráfico. Visito la embajada argentina. A las puertas del edificio, coincido con un hombre despeinado que me mira con recelo. Ambos tocamos el timbre. Nos abren, entramos, nos reciben cordialmente. Al cabo de un rato advierto que aquel hombre no tenía concertada ninguna cita, mientras mis anfitriones advierten que tampoco había venido conmigo. Cortésmente alarmados, le preguntan qué se le ofrece. Sin inmutarse, el individuo declara: «Soy el hijo de Eva Perón». Se lo llevan de allí sonriendo, como si estuvieran acostumbrados. De inmediato recuerdo un cuento de Juan Forn, incluido en su libro Nadar de noche, que narra la historia de un falso ex combatiente de Malvinas que irrumpe en cierta embajada argentina, desencadenando una imprevista crisis política. Al volver al hotel, me entero de que el ex presidente Kirchner acaba de morir repentinamente. Todos los diarios lo cuentan. Al mismo tiempo, casi en secreto, ha muerto David Lagmanovich, maestro argentino de la micronarrativa. No somos nada. Ni siquiera breves.

26 de octubre de 2010

El espanto y el mar

En estos días trabajo en Holanda, cuya puntualidad es tan intensa como su queso. Los canales parecen comunicarse entre sí el orden y también la voluntad: aquí han dominado el agua. La gente mantiene siempre una amabilidad extrema, como si hubiera sobrevivido tranquilamente a algo terrible que no se sabe bien qué es. O como si vencer al mar los hubiera curado de espanto. Cada vez que en un bar pido una cerveza belga, me dicen que no les queda y me ofrecen otra holandesa.

25 de octubre de 2010

Amén

A la entrada del cine Capitol, en Bilbao, converso con uno de los empleados. Me ha visto dudando frente a la cartelera. Y se ha acercado a sugerirme, o mejor dicho a rogarme, que no vaya a ver Izarren argia (Estrellas que alcanzar), de Mikel Rueda. La película recuerda las torturas que unas monjas vascas, cumpliendo instrucciones franquistas, infligieron a las presas del penal femenino de Saturrarán. «Esa no le ha gustado a nadie», me insiste. Intento que me cuente algo más de la película. «Hombre», se limita a añadir, «si la quieres pa practicar el euskera, vale. Pero a la gente no le gusta la política». Le pregunto cuál vería. El empleado me aconseja Wall Street, de Oliver Stone. Al parecer, esa no es de política. Es sólo de finanzas. De cómo funciona el mundo. Sólo pa entretener. En el cartel aparecen dos yuppies. El subtítulo es Money never sleeps.

24 de octubre de 2010

Desconocidos

Qué conmovedor caminar. Qué profundo cruzarse con desconocidos. Paseo por Bilbao mientras llueve. Veo a una mujer obesa sosteniendo un paraguas anaranjado frente a la ría. El paraguas no la cubre, sus pies se están mojando. Ella mira la ría. Veo a un hombre sentado en un portal. Lleva puesto un traje viejo, una corbata amarillenta. Revisa los papeles de su portafolios como si no lloviera, como si no fuese domingo. Veo a un taxista dormido frente a un semáforo rojo, con la cabeza sobre el volante. Veo a una inmigrante en una cafetería. Con pañuelo en la cabeza, extremadamente delgada. Come galletas de manera brutal, triturando la masa, lamiéndose los dedos. Su silla está rodeada de migajas. Los demás la observamos con desaprobación. Cuando termina de devorar su merienda, se agacha a recoger con una servilleta todas las migajas, las deposita en su plato, lo lleva hasta la barra y se marcha, dejando su mesa inmaculada. Camino de nuevo, vuelvo a mi hotel. Me asomo al espejo. No reconozco a nadie.

23 de octubre de 2010

Golear al tópico

Ayer, durante la entrega del premio (reverencia) Príncipe de Asturias (fin de la reverencia y del dolor lumbar) a la selección española de fútbol, volvimos a escuchar las palabras de siempre: «honor», «sacrificio», «gallardía» y esas cosas. Me llama la atención que este maravilloso equipo, que ha sido renovador en el fondo y en la forma, inspirase conceptos tan casposos como previsibles. Los cuales no contribuyen precisamente a actualizar la imagen de este incomparable deporte que ha cambiado de rol social, pero no de léxico. El fútbol pide a gritos una reinvención lingüística. En vez de tanto honor, sacrificio y gallardía, ¿por qué no, por ejemplo, placer, agilidad e inteligencia? Tiene que haber una diferencia entre la Legión y la Selección. O entre Pemán y Xavi, poeta del milímetro.

22 de octubre de 2010

Poema pájaro

no sé por qué los pájaros
me parecen más dignos
cuando apenas caminan tropezando
que cuando alzan el vuelo
bajo este sol inmenso envejecen los árboles
un pájaro terrestre
es un hermano
casi

21 de octubre de 2010

Todo un león

El alcalde de Valladolid, León de la Riva, que no destaca por su innata sutileza, ha ensayado un movimiento muy propio del político macho: descalificar a una adversaria por su físico. La estrategia es tan simple como sus ejecutores. Si la señora les parece de buen ver, omiten su gestión y comentan sus peinados, vestimentas o cirugías (que nunca serán tantas como las de Berlusconi, en cualquier caso). Y si la señora les resulta poco agraciada, la tildan de marimacho, estrecha o hembrista. Siguiendo este método, el señor León decidió pronunciarse sobre la prominencia labial de la ministra de Sanidad. «Cada vez que la veo esos morritos», argumentó, socrático, «pienso lo mismo». Ahora veamos a León: observémoslo detenidamente. ¿En qué nos hace pensar? ¿En una maceta sin riego? ¿En una caja de tornillos? ¿En una grieta en la pared? Mucho peor aún fue que dijese también de la ministra: «va a repartir condones a diestro y siniestro», siendo  –oh– doctor en Obstetricia y Ginecología. Si el Vaticano abre una consulta ibérica, ya sabe a quién llamar.

20 de octubre de 2010

Las cosas que no hacemos

Me gusta que no hagamos las cosas que no hacemos. Me gustan nuestros planes al despertar, cuando el día se sube a la cama como un gato de luz, y que no realizamos porque nos levantamos tarde por haberlos imaginado tanto. Me gusta la cosquilla que insinúan en nuestros músculos los ejercicios que enumeramos sin practicar. Me gustan las calles que no recorremos, fascinados frente a un café con leche. Me gustan los restaurantes a los que no acudimos, el sabor por venir de sus platos. Me gustan las lenguas que soñamos con aprender: escucho de tus labios esos dulces idiomas hipotéticos. Es lo que más me gusta de compartir la vida. Las cosas que no hacemos.

19 de octubre de 2010

El mundo es un billar

Volviendo a casa desde Italia, la huelga de las refinerías francesas provoca una cadena de retrasos aéreos, hasta que mi vuelo se cancela. Esta interconexión entre los conflictos supuestamente ajenos y nuestros intereses inmediatos es, pese a las molestias, justa. Igual que las finanzas son globales, existe una sinergia de clase: las condiciones de unos trabajadores lejanos terminarán repercutiendo en la agenda de unos ejecutivos. Por eso los estudiantes franceses se manifiestan por algo tan remoto para ellos como las pensiones. Por eso los inmigrantes desempleados se suman a las protestas universitarias. Aunque miremos para otro lado, el mundo es un billar. Los únicos que no parecen entenderlo son los dueños del juego, como Sarkozy o su maestro Chirac. Que la bola negra les rebote en la nariz.

18 de octubre de 2010

Madre música

He vuelto a soñar con mi madre tocando el violín. El sueño tenía lugar (¿tienen lugar los sueños?) en el auditorio Manuel de Falla, el último lugar donde ella hizo música. Era un concierto de Mozart bastante habitual en su repertorio. Yo la escuchaba sentado entre el público. Extrañamente, mi madre estaba vestida de calle. Con el pelo muy corto, sin teñir. Las mejillas coloradas por el esfuerzo. A veces desafinaba. Cada vez que una nota le salía mal, yo cerraba los ojos para no verlo. Pero, cuando volvía a abrirlos, mi madre me miraba fijamente desde el escenario y sonreía. Al despertar, me ha parecido que ella estaba tratando de enseñarme a disfrutar de los errores. El tiempo nos deja huérfanos. La música nos adopta.

17 de octubre de 2010

¿Cuál es el pozo?

Y de las profundidades emergió el Gran Hermano. Nada nuevo bajo la tierra. Claudio prometió casarse. Mario dice que el jefe no era Luis, sino él. Yonny había sido infiel. Etcétera. Los mineros y sus familias piden cobrar para hablar con los medios, que han lucrado con ellos. Chile deseaba héroes y se encontró con hombres. El mundo esperaba mártires y se encontró con trabajadores. Los héroes y los mártires se inmolan para alimentar al poder. Los hombres y los trabajadores sólo quieren dinero, que alimenta a su gente. Dice el novelista y ex minero Rivera Letelier que los rescatados pasaron de un infierno conocido (el subterráneo) a otro desconocido (el espectáculo). Más de uno deseará volver a la mina. A esconderse. A la sensata oscuridad. El pozo somos nosotros.

16 de octubre de 2010

¿Se marchita el fascismo?

En Turín, junto a la Piazza Carlo Alberto, me topo con la casa donde vivió Nietzsche. Aquí escribió sus páginas más cercanas a la lucidez de la enajenación, o la enajenación de la lucidez, incluyendo su autobiografía. El reciente volumen Escritos de Turín reúne inéditos de entonces. Una lápida conmemora, con inconfundible léxico fascista, el primer centenario de Nietzsche en 1944, durante el ocaso de Mussolini: «En esta casa conoció la plenitud del espíritu que roza lo desconocido, la voluntad de dominio que suscita el héroe...». Un homenaje otoñal a la locura mientras Europa luchaba por recuperaba la cordura. La fecha de la inscripción me sobresalta: 15 de octubre. Igual que hoy. Al borde de la lápida, alguien ha dejado una rosa. Blanca. Fresca. Leo la etiqueta: «Rosa Fiori. Corso Allamano». Pregunto dónde está eso. «Lejos», me dicen, «lejos». ¿Se marchita el fascismo? Nietzsche, no.

15 de octubre de 2010

Tu rostro mañana

Cuando Arturito el rubio insinuó que Yo era Otro, no imaginaba lo que harían los medios con su aforismo. Acabo de saber que mi otro yo, sin duda comandado por su otro agente, ha presentado su otra novela al Premio Planeta. El cual, en fin, sigue siendo el mismo. Según desinforma la prensa, entre los candidatos figuramos Javier Marías, Isaac Rosa, un servidor y Sara Carbonero. Lo de Marías nos honra, siendo el autor de Corazón tan blanco, entre otros prodigios sintácticos. Lo de Rosa también, ya que se trata de uno de los escritores (y articulistas) más brillantes de mi generación. Pero lo de Sara me hace particular ilusión, pues sus relatos expresionistas y sus poemas fenomenológicos han sido siempre un referente para mí. ¿Qué rostro tendremos mañana? Si Sara gana el premio, me ofrezco de finalista. Y fisioterapeuta.

14 de octubre de 2010

La cita y el canto

Releyendo Inglaterra, hermosa primera novela de Leopoldo Brizuela, que acaba de publicar la monumental Lisboa, encuentro una idea que no me sorprendería si no fuese de Saramago: «Todo discurso, escrito o hablado, es intertextual y (…) nada existe que no lo sea». No está el portugués reputado precisamente como posmoderno y, sin embargo, esta noción hipertextual de la palabra lo acercaría más a Borges que a la omnisciencia que parece dominar sus libros. Pero si todo es en verdad intertextual, explicitarlo demasiado sería una redundancia. Como empeñarse en darle relieve a una superficie que ya era rugosa. Quizás escribir consista en elegir las palabras por su equipaje. En trabajar con su carga, sus ecos. Esa sería la diferencia entre el canto y la cita. Entre unirse al coro y coleccionar partituras.

13 de octubre de 2010

El Gran No

En La habitación de invitados, primera novela de Helen Garner que se traduce al español, leo un pasaje cuya violenta verdad me estremece: «La muerte no debe negarse. Intentarlo es una presunción. Infunde locura en el alma. Absorbe la virtud. Envenena la amistad y convierte el amor en una farsa». Mientras cuidamos a un ser querido, mientras la enfermedad se lo lleva, es difícil tenerlo así de claro. Tienta negar el Gran No. Al otro lado, alguien perdido sonríe.

11 de octubre de 2010

Discrepo, luego escribo

Que es un neoliberal, un esto y un lo otro ya lo sabemos, ya lo hemos oído. Que sí, que sí. Pero a su modo, por raro que parezca, Vargas Llosa es también un inadaptado. Nunca contenta a nadie. Demasiado laico y reflexivo para la derecha. Demasiado conservador y oligárquico para la izquierda. Acaso su auténtico lugar político sea la incomodidad. Cierto inconformismo ante las posturas ortodoxas. Eso mantiene, al menos, de su formación en el pensamiento crítico. No parece poco. Y parece acaso más útil que hablar siempre para tu público, posando frente a quienes te idolatran por decir justo lo que estás diciendo.

10 de octubre de 2010

Conversación en La Academia

Libro por libro, Vargas es quizás el más importante novelista vivo en español. Con sus precoces obras maestras, sus lúcidos ensayos, sus bajones posteriores. Me fascinaron La ciudad y los perrosConversación en la catedral y La guerra del fin del mundo. No se puede dialogar mejor que en Pantaleón y las visitadoras. Bueno, sí se puede: lo hizo Puig en El beso de la mujer araña. Me interesan bastante menos Los cuadernos de don Rigoberto o La niña mala. Qué importa. Tenía méritos de sobra para que los suecos se comportaran como si el Nobel de Literatura fuese de literatura. A veces viene bien recordarlo. Como lector de izquierda, me hacen pensar más las novelas del neoliberal Vargas que el teatro del comunista Fo.

8 de octubre de 2010

El pique con Piqué

Sergio Ramos parece un muchacho de convicciones inamovibles, quizá para compensar que los entrenadores no dejan de moverlo del centro al lateral. En la selección, Ramos es lateral pero da entrevistas centralísimas. A Piqué, que se llama Gerard, un periodista catalán le hizo una pregunta en su lengua materna. Piqué se ofreció de traductor, pero ya era demasiado tarde: había herido el patriotismo de Ramos. Informar en catalán sobre la selección nacional española podría verse como un triunfo más de la Roja, como una forma de integrar al catalanismo dentro de España. Claro que, para eso, habría que ser capaz de abrirse a ambas bandas. Y mi Sergio tiende siempre a la derecha.

5 de octubre de 2010

La lista de objeciones a la lista de Granta

«Ya los conocíamos de sobra». Pero nadie había leído ni a la mitad de los autores de la lista. «Muchos están consagrados». Pero en el mundo anglosajón, verdadero destinatario de la lista, casi todos son desconocidos o inéditos. «Faltan varios países». Pero el criterio de selección no era la nacionalidad, sino la lengua. «Ahí hay marketing». Pero si fueran músicos, cineastas o artistas plásticos, nadie insinuaría que eso desmerece sus méritos. «La mayoría tiene agente». Pero, si hacemos una lista de nuestros autores predilectos, ¿cuántos de ellos no tienen agente? «La mayoría ha publicado en España». Pero, si hacemos una lista de nuestros autores predilectos en lengua inglesa, ¿cuántos de ellos no han publicado en Estados Unidos? «Faltan los más jóvenes». Pero resulta interesante haber buscado edades un poco más cercanas a la madurez, ¿no se quejaban acaso de la sobrevaloración de la juventud? «Hay pocas mujeres». Cierto, y debería haber más, pero una lista no sólo sirve para redimir lamentables lagunas históricas: también puede reflejarlas. «No necesitamos que una revista inglesa nos diga a quiénes leer en español». Ah, eso sí. British, go home!

4 de octubre de 2010

Atragrantados

Como cualquier otra lista, la de Granta es por completo discutible, falible y perfectible. Se aceptan todos los -ibles. Lo único que no se acepta es la desinformación. Algunos comentaristas apresurados omitieron incluso las condiciones de la propia revista británica. Varios de los nombres reclamados ni siquiera cumplían el requisito previo de haber nacido después del año 75. ¿Y si, en vez de discutir sobre abstracciones, nos ponemos a leer a los narradores de la lista y también a los ausentes, que son igual de interesantes: Mario Cuenca, Rodrigo Blanco, Ricardo Silva, Félix Bruzzone, Juan Sebastián Cárdenas, Álvaro Bisama, Claudia Hernández, Gabriela Wiener, Ariel Magnus, Matías Capelli, Eduardo Varas, Wilmer Urrelo, Ramiro Sanchiz, Sara Mesa, Daniel Gascón, Irene Jiménez, Nuria Labari, Jorge Carrión, Javier Moreno, Miguel Serrano Larraz...? Leer cuesta trabajo. Opinar, bastante menos.

1 de octubre de 2010

Leer fabrica tiempo

Cuando decimos que no tenemos tiempo de leer, renunciamos sin querer a un modo de existencia que remedia esa carencia. Y que precisamente nos concede lo contrario: épocas perdidas, vivencias inalcanzables, memorias ajenas, sabidurías póstumas. Sin ficción, el tiempo nos oprime. La lectura multiplica la vida. Leer fabrica tiempo.