29 de agosto de 2011

Cómo expandir el punk

Dos documentales recientes, vistos uno a continuación del otro, ilustran a la perfección dos narrativas opuestas: Barcelona, antes de que el tiempo lo borre, de Mireia Ros, y Joy Division, de Grant Lee. El primero, que promete una sinopsis del complejo y fascinante siglo veinte barcelonés, termina limitándose al repaso lineal, autoindulgente y oligárquico de la familia del guionista. El segundo, que se anuncia como un mero repaso a la formación de un grupo punk, termina proponiendo una sofisticada, ambigua y coral tesis sobre Manchester. Elegir un gran tema es condenarse a reducirlo. Partir de un tema pequeño invita irresistiblemente a ampliarlo. No me gusta Joy Division, pero me encanta la gente a la que le gusta Joy Division.

26 de agosto de 2011

El otro fusilamiento

Hace 75 veranos, Lorca estaba ocupado reinventando el surrealismo y el teatro en español. A veces hizo ambas cosas a la vez. Por ejemplo en El público, que es una de esas obras irrepresentables que sólo se comprende representada. Nos moriremos sin saber qué iba a inventar Lorca al final de ese verano. Ese es el otro, incesante fusilamiento.

23 de agosto de 2011

Refutación exprés

A menudo se nos pregunta por la diferencia entre escribir en blogs y en la llamada prensa tradicional. Pese a las tentaciones adanistas, sería ingenuo considerar tradicional todo aquello que se publica en los medios impresos. Podemos expresar opiniones innovadoras en un periódico, igual que podemos abrir un blog completamente previsible o tuitear cada quince minutos eslóganes conservadores. En realidad ambos mundos mantienen una incesante conversación: los periodistas clásicos navegan a diario por Internet, y los blogueros suelen leer la prensa. Muy por encima de la difusión expansiva de los contenidos, que es un fenómeno más cuantitativo que cualitativo, la Red ha abolido la noción de Última Palabra. Cualquiera puede reproducir un artículo, o la entrada de un blog, o un tuit, y discutirlos al instante. Lo cual tiene profundas repercusiones políticas. Todos dudamos leyendo a los demás. Bendita condena.

20 de agosto de 2011

Benedicto, el empleador

Su Enésima Santidad, al que todos los ángeles tengan en su gloria, bajó del cielo de Madrid y manifestó, entre otras bendiciones, su preocupación por los jóvenes desempleados. Del millón largo de peregrinos que ha acudido a acompañar su santa labor, apenas el 6% está sin trabajo. Así es mucho más fácil tener fe. Dios es la única multinacional cuyas deudas generan superávit.

18 de agosto de 2011

El hueco extraordinario

Qué sigiloso arte, tirar cosas. Los escritorios de mis sucesivas casas han ido quedándose vacíos. Su atractivo ya no son los objetos, sino su razonada ausencia. El exceso de objetos puede provocar interferencias en la escritura. Un campo de estímulos en demasiadas direcciones. Las bibliotecas, por ejemplo, me distraen. Tener tantos libros a la vista resulta enceguecedor. Prefiero que el lugar donde escribo se parezca lo más posible a una página en blanco: que tenga todo el mundo por delante.

15 de agosto de 2011

Gramática 0, Prensa 12

Una parte significativa de la población mundial sólo lee la prensa deportiva. Que a mí, dicho sea de paso, me encanta. Además de encontrarla políticamente más reveladora que Le monde diplomatique. Pero, mientras su impacto público se eleva, su nivel lingüístico no deja de caer. Al abrir por ejemplo el Marca (el diario más leído de España, y sensiblemente peor redactado que su equivalente argentino, Olé), encuentro aberraciones gramaticales en cada noticia sobre el Real Madrid. «Ayer no se entrenaron ninguno de los dos». A lo mejor ninguno es plural en portugués. «Una clínica que solía frecuentar Zidane». Es lo que tiene frecuentar un lugar: que solemos ir. «Se desató la locura con 5.000 aficionados enloquecidos». La redundancia es otra forma de locura. «Una docena de ellos saltaron al césped». Una docena, ¿cuánto son? También los grandes diarios generales empiezan a acostumbrarnos a estos sobresaltos. Mourinho, afirma hoy El País, tiene «aprehensiones a la hora de medirse al Barça». Ojalá aprendamos, sin ninguna aprensión, a aprehender la ortografía. Cuando se escribe rápido, todos atacan. Y la gramática juega sin arquero.

11 de agosto de 2011

Memorias de un hígado

El galés Richard Gwyn es poeta, novelista y traductor ocasional de Bolaño. En su autobiografía The Vagabond’s Breakfast, que esconde un ensayo tan íntimo como On being Ill de Virginia Woolf, el autor cuenta cómo salvó la vida por un transplante de hígado. El hígado que Bolaño esperaba, ese que su hepatólogo no pudo conseguirle mientras él le dedicaba un texto póstumo, el hígado que Gwyn le dedica a Bolaño. Citando a Sontag, el autor nos describe dos reinos que se sueñan opuestos: el de la enfermedad y el de la salud. Él ha vivido en ambos. «Es», resume, «como si tuviera los pasaportes de dos países que sospechan el uno del otro». Los súbditos del reino de los sanos recelamos de nuestro reino futuro. Tomamos nota de él. Fingimos aceptarlo objetivándolo. Lo estudiamos en busca de una especie de pasaporte diplomático que nos ahorre los trámites sórdidos.


(Resumen del artículo en la revista Ñ, 19-07-2011. Leer texto completo...)

8 de agosto de 2011

La mala educación

En Chile hay, que sepamos, muchos más estudiantes que policías. Por eso, cuantos más palos les pegan estos a aquellos, menos salen las cuentas. Han sido las mayores manifestaciones que ha conocido el país desde el final de la dictadura. Época en la que, por cierto, se firmó el decreto que ha esgrimido el actual ministro para reprimir las protestas. Los estudiantes han acudido en masa. La democracia dice que ya va. Pelear por el sistema educativo es de buena educación.

4 de agosto de 2011

Homo telens, homo vintage

Con la interiorización de las comunicaciones, ciertas dicotomías no bastan para definir una postura. Ya no se trata de ser apocalípticos o integrados, como resumió Eco. Más complejos resultan los ciclos contrapuestos que se suceden en un mismo período, incluso en un mismo individuo. Podemos ser, según la ocasión, apocalípticos que se integran o integrados que desertan. A propósito de una sofisticadamente insustancial novela de Tao Lin, reflexiona Vicente Luis Mora: «En este sistema de estrellatos obligatorios, sólo puedes querer ser nadie cuando eres tan famoso que persigues volver al anonimato». Ese arco de ida y vuelta podría resumirse así: del amanuense anónimo al modelo warholiano transcurrieron siglos; entre la celebridad de Warhol y el confinamiento de Salinger pueden pasar minutos. Nuestra relación con la tecnología experimenta una ambivalencia parecida: casi nadie es, a secas, tecnófobo o tecnófilo. Pienso en Jorge Carrión, autor de un excelente ensayo sobre teleseries y de una revista en fotocopias. Quizá toda vanguardia, para seguir pensando, necesita tantear su equilibrada retaguardia. El siglo 20 precipitó la evolución del homo sapiens al homo telens. Quién sabe si, muy pronto, pasaremos del ansioso homo telens a un escéptico homo vintage.

1 de agosto de 2011

Primer Mundo, penúltimo capítulo

Hace casi veinte años, los jóvenes españoles acamparon para protestar porque los países ricos, como por ejemplo el suyo, no cumplían el compromiso de destinar el 0,7 % de su PIB a los países pobres y explotados. Explotados, se entiende, por los mismos países que habían suscrito ese tratado. Recuerdo que, en Granada, el céntrico Paseo del Salón se llenó de tiendas de colores. Acampé ahí con mis amigos. Nos gustó. Cantábamos: «¡Cero siete ya!, ¡solidaridá!». Hoy, los jóvenes españoles acampan pidiendo «democracia real ya» para su propio país. Apuntando más cerca, ven más lejos. Los miro y tengo la sensación de haber aprendido algo.