Una amiga me explica que nada en el mundo le parece más sexy que un bostezo. Que, al bostezar, un hombre pone en acción todos y cada uno de sus músculos. Que, en ese exacto instante, un espasmo incontenible recorre sus cuerpos. El de él y también el de ella. Y que, de alguna forma, ella calibra la virilidad de sus posibles amantes a través sus bostezos. Quizás el amor perfecto consistiría en caer profunda e inmediatamente dormido, en cuanto nos la presentaran, ante la persona de nuestros sueños.
31 de agosto de 2012
20 de agosto de 2012
De la dulzura
Esta tarde he ido al cine con mi abuela, a quien acaban de diagnosticarle una seria enfermedad, y la he visto sacarse de la boca, a escondidas, el caramelo que yo le había dado, envolverlo en un pañuelo y continuar mirando la pantalla sin siquiera parpadear. A mi abuela no le gusta comer caramelos, pero sí recibirlos.
15 de agosto de 2012
Con perdón de Petrarca
Hay quien supone, barroco, que rimar es difícil. Que un
poema en versos blancos, sin ecos a la vista, exige menor tensión formal
que la paciente, minuciosa simetría de las consonancias. Sin
embargo, durante la escritura muchas de las rimas surgen por inercia: es lo primero que el oído
le sugiere a un versificador, que necesita desconfiar de ellas. O bien surgen por azar:
en todo borrador es posible detectar rimas involuntarias, a menudo complicadas
de suprimir. O bien surgen por mera imperfección, porque los sustantivos, infinitivos, adverbios riman empecinadamente entre sí. Paso la noche traduciendo a un
poeta contemporáneo del inglés al español. Y descubro pasmado que cada final de
verso, al ser traducido literalmente, causa rimas regulares en mi idioma. See-mirror: veo-espejo. Neck-grandfather: cuello-abuelo. Hair-jealousy: pelo-celos. Casi al alba, realizando un
sostenido ejercicio de manipulación, logro deshacer esas extrañas
consonancias que ni poeta ni traductor buscaban. Entonces se me ocurre que, si metiera
entero este poema en el traductor de google, con perdón de Petrarca, me saldría
un soneto.
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10 de agosto de 2012
Mafalda muda
El joven Quino cumple ochenta. Mafalda algunos menos, aunque ya va teniendo edad de criar nietos de su edad. La modesta épica de clase media que ilustra (y parodia) la serie explica, en parte, su poder de identificación. Otra razón más narrativa se encuentra en su multiplicidad de registros. Mafalda finge ser la protagonista estelar, pero estructuralmente es un hilo conductor. Lo crucial no son tanto sus intervenciones como sus interlocutores. Aunque tenga vocación de cuento, sus variopintas amistades la obligan a novelizarse, y en esa ramificación de voces se vuelve irresistible. Como lector, que un personaje tenga siempre una respuesta trascendente para todo me produce una mezcla de admiración e irritación. A veces no saber qué pensar sobre la realidad resulta más expresivo que impartir aforismos morales. Por eso mis mayores simpatías fueron desde el principio para Felipe, existencialista tímido, conmovedor en sus búsquedas y sus dudas. También me atrae la impaciencia de Guille, su capacidad para reflexionar y, en el cuadro siguiente, patear una tortuga. Los diálogos de Mafalda son memorables. Pero el Quino que más me entusiasma es el de sus otros álbumes, el mudo. Ese que nos delata sin panfletos, desnudando nuestra ideología en elocuente silencio.
(resumen del artículo publicado en Revista Ñ, 20-07-2012)
(resumen del artículo publicado en Revista Ñ, 20-07-2012)
7 de agosto de 2012
Informar, enfermar
Para justificar el incansable catastrofismo de sus portadas, los medios invocan la función informativa. De ese modo, la inercia sensacionalista queda elevada a ejercicio de franqueza. Como si aquello que la prensa destaca diariamente fuese, por mucho que nos duela, la cruda realidad. Pero lo real no esta ahí de antemano, a la espera de un simple y oportuno espejo. Lo real es sobre todo una construcción colectiva, cuyo contenido mismo depende de sus resúmenes. Por eso los medios no se limitan a reflejar la actualidad. También la priorizan, la articulan, la intervienen. Informar es dar forma. Leo en varios periódicos de España la siguiente secuencia informativa: cae la Bolsa y sube la prima de riesgo (titular superior destacado); el rey Juan Carlos tropieza (titular mediano); se descubre que el cáncer tiene células madre, corrigiéndose el enfoque de la enfermedad y sus posibles tratamientos (titular secundario, bien abajo). ¿Quién y cómo decide la jerarquía entre estos tres planos de la realidad? Mientras tanto, en la Plaza de Colón de Madrid, muy cerca de la sede del PP, se desploma la gigantesca bandera nacional. Cabría preguntarse por qué era tan grande.
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3 de agosto de 2012
Manual de autococina
El 97 por ciento de Groenlandia se descongeló en el mes de julio: un pescado fresco en el refrigerador. Un pedazo del glaciar Petermann navega, transatlántico crujiente, duplicando el tamaño de Manhattan. Como un nombre sustituyendo a otro. Justo debajo de la noticia sobre el iceberg en el diario La Vanguardia, un anuncio promete: «pequeño, ligero, fácil de usar». El invierno de Buenos Aires luce su sol liso. Me imagino el planeta en una cacerola a fuego lento, igual que un antropófago cocinándose a sí mismo.
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