Especie de Gran Hermano en primera persona, el bizarro documental A complete history of my sexual failures resume perfectamente la falacia de los reality shows. Sus cámaras no registran intimidades: más bien las fuerzan, las provocan, las sobreactúan. A diferencia de la cámara oculta, que aspiraba a la captura de reacciones confidenciales, el ojo hipermoderno (webcams, Facebook, telerrealidades) parte de la certeza de que todo es visualizable a priori. Y de que, en el fondo, nada sucedería sin el ojo que graba. Narrado, dirigido y protagonizado por Chris Waitt, el documental se propone investigar el pasado sentimental y sexual de su autor. Pero su verdadero objetivo no es la terapia, sino la exhibición del trauma. En vez de analizar el porqué de sus desastres, Waitt los repasa con voluntad de archivo. He ahí dos elementos narrativos muy de nuestra época: el carácter anecdótico y la estructura enumerativa. Impúdica, superficial e impactante, A complete… testimonia las disfunciones emocionales de una generación que pronto se hará cargo del mundo. A decir verdad, otras generaciones mucho más peligrosas ya lo hicieron. Y aquí seguimos. O no.