Zapatero siempre tiene razón a posteriori. O sea, cuando ya es tarde. Rajoy nunca se equivoca porque jamás nos cuenta lo que piensa. Lo hará sólo cuando gane. Ambas maneras de ser son un plan de gobierno. «El problema», ha explicado el presidente en su último debate, «es de sistema productivo. El sector de la construcción llegó a alcanzar el 7,5% del PIB, tres puntos más que la zona euro. Sin la aportación negativa del sector inmobiliario, hoy la economía española estaría creciendo el 2%. No podemos volver a crecer y crear empleo del modo en que lo hicimos en el pasado». Si eso mismo lo hubiera denunciado en la primera legislatura, cuando aún gestionaba el superávit, habría parecido un valiente. Por su parte, Rajoy sigue resultando más elocuente como aforista cómico que como político conservador. En un momento ebrio del debate, soltó: «Cuando un herido sangra, no es momento para graduarle la visión». Él, por si acaso, ya tiene las gafas puestas.