Al margen del drama del desempleo, que exige la mayor preocupación, quizá no sea tan malo que Europa aprenda a vivir en crisis. No se puede contar con la abundancia como punto de partida para educar. A veces Europa se comporta como una abuelita pudiente que nunca hubiera sido pobre. Pero hace seis décadas estaba en la miseria y necesitó un plan de salvación. Ahora por suerte no hay bombardeos. Tenemos agencias financieras.