Entre twitter y el mayo francés, muchas pancartas del 15-M demuestran que la palabra sigue siendo el mayor y más civilizado instrumento político. «Violencia», resume una, «es cobrar 600 euros». Hay veces en que el vándalo va con corbata: «¡Manos arriba! Esto es un contrato». ¿Cuánto durará la toma de las plazas? No importa: «Tu futuro es ahora». Y tu lugar, aquí. ¿Desalojarán a los manifestantes por acampar pacíficamente? «Menos policía y más filosofía». ¿Qué dicen mientras tanto los partidos? Unos rechazan el movimiento, otros tratan de ignorarlo, otros tratan de acoplarse. A ninguno de ellos les pertenece esto: «Poco pan y pésimo circo». ¿Pero entonces qué hacer mañana en las elecciones? ¿No ir, despreciar las urnas? «No somos antisistemas, somos cambia-sistemas». Entonces quizás haya que ir a votar distinto. «Nosotros vamos con alegría, con ganas y con ilusión», vociferó Rajoy durante el cierre de campaña. Cuanto menos vote la plaza, más alegres estarán los suyos.