23 de marzo de 2012

Un ojalá andaluz

Desde que vivo en Granada, hace ya más de veinte años, he admirado la red de bibliotecas que vertebra los pueblos más remotos de Andalucía. Y he tenido la dicha de que la sanidad andaluza le salvase la vida a mi padre. Y he tenido el dolor de despedir a mi madre en sus hospitales públicos. En esta tierra he leído, han curado a los míos y los han enterrado. Sea cual sea, ojalá el próximo Gobierno andaluz no confunda crisis con renuncia, ni ahorro con suicidio. Y siga protegiendo ambos bastiones, salud y cultura, sin los cuales no habría camino. Ojalá el próximo Gobierno, sea cual sea, no se ponga folclórico. Y recuerde que, de Lorca a Picasso, de Falla a Morente, la mejor tradición andaluza se ha basado en la vanguardia. Pese a los vendedores de identidades, este sur sabe hablar distintas lenguas. Como región de emigrantes sufridos e inmigrantes recientes, de puertos y de mezclas, Andalucía no sólo te recibe. Sino algo más importante: te deja ser extranjero. Eso es lo mejor que puede decirse de una tierra.