9 de julio de 2012

Síndrome de Videla

Igual que a largo plazo lo callado grita, los desaparecidos sobreviven reapareciendo una y otra vez. Lo hacen ellos mismos, en forma de fantasma tácito. O a través de los cuerpos que alumbraron. «Antes de ser Victoria yo era María Sol», recuerda una mujer criada por cómplices de los verdugos de sus padres. «Y cuando me llamaba María Sol, todo lo que aporté a la justicia era para proteger a mi apropiador. Y siempre tenés esa deuda interna con vos mismo». Un yo mismo radical, casi incalculable. Que equivaldría a la resta de todo lo que has sido, más la suma de aquello que no pudiste ser. «Cuando declaré, fue como exorcizar todo lo que hice cuando era María Sol. Mi apropiador falleció en 2003 y mi apropiadora en 2007. Yo los amaba profundamente, nunca los odié». En ese amor autofágico está escrita, entre Stevenson y Walsh, la espantosa novela de mis dos países.