A menudo se nos pregunta por la diferencia entre escribir en blogs y en la llamada prensa tradicional. Pese a las tentaciones adanistas, sería ingenuo considerar tradicional todo aquello que se publica en los medios impresos. Podemos expresar opiniones innovadoras en un periódico, igual que podemos abrir un blog completamente previsible o tuitear cada quince minutos eslóganes conservadores. En realidad ambos mundos mantienen una incesante conversación: los periodistas clásicos navegan a diario por Internet, y los blogueros suelen leer la prensa. Muy por encima de la difusión expansiva de los contenidos, que es un fenómeno más cuantitativo que cualitativo, la Red ha abolido la noción de Última Palabra. Cualquiera puede reproducir un artículo, o la entrada de un blog, o un tuit, y discutirlos al instante. Lo cual tiene profundas repercusiones políticas. Todos dudamos leyendo a los demás. Bendita condena.