Una parte significativa de la población mundial sólo lee la prensa deportiva. Que a mí, dicho sea de paso, me encanta. Además de encontrarla políticamente más reveladora que Le monde diplomatique. Pero, mientras su impacto público se eleva, su nivel lingüístico no deja de caer. Al abrir por ejemplo el Marca (el diario más leído de España, y sensiblemente peor redactado que su equivalente argentino, Olé), encuentro aberraciones gramaticales en cada noticia sobre el Real Madrid. «Ayer no se entrenaron ninguno de los dos». A lo mejor ninguno es plural en portugués. «Una clínica que solía frecuentar Zidane». Es lo que tiene frecuentar un lugar: que solemos ir. «Se desató la locura con 5.000 aficionados enloquecidos». La redundancia es otra forma de locura. «Una docena de ellos saltaron al césped». Una docena, ¿cuánto son? También los grandes diarios generales empiezan a acostumbrarnos a estos sobresaltos. Mourinho, afirma hoy El País, tiene «aprehensiones a la hora de medirse al Barça». Ojalá aprendamos, sin ninguna aprensión, a aprehender la ortografía. Cuando se escribe rápido, todos atacan. Y la gramática juega sin arquero.