Estimado señor Guindos: es mi deber informarle de que, en el día de ayer por la tarde, a las 17.15 horas para ser exactos, divisé en mi camino una idea española. Una idea española suelta, impune, campando a sus anchas. Su estado general parecía bueno, o cuando menos vivaracho, y en el momento de su identificación no se hallaba causando mayores incidentes. Habida cuenta de la gran labor conjunta que su Ministerio, la Secretaría de Estado de Investigación y el Ministerio de Educación vienen desempeñando por el futuro de nuestra seguridad pública, he considerado necesario hacerle llegar esta denuncia, confiando en la celeridad de sus próximas medidas. Aunque nada más lejos de mi intención que sembrar el pánico entre mis conciudadanos, sencillamente me estremece imaginar qué podría llegar a ocurrir si la susodicha se encontrase con otra similar. Les ruego por ello que no desfallezcan, señores míos, señoras suyas, pues todo parece indicar que aún quedan tres o cuatro jóvenes ideas españolas circulando flagrantemente dentro del territorio nacional. Seguiremos informando. De nada.