Leo con horror y fascinación el caso del profesor de Princeton que se suicidó tras haber sido despedido. El profesor Calvo ni siquiera acudió al tribunal universitario para defenderse de los confidenciales cargos que se le imputaban. Sencillamente, se quitó la vida al día siguiente de ausentarse. Su trágico final me recuerda el comienzo de la obra maestra de Coetzee, Desgracia (título que, en correspondencia con el contenido simbólico de la novela, quizá debiera haberse traducido como La pérdida de la gracia, o sea Dis-grace). El punto de partida de la historia se parece bastante: un profesor es denunciado por un estudiante y juzgado por un comité interno, ante el cual el acusado sabe o sospecha que será declarado culpable. Lamentablemente, el destino del profesor Calvo ha sido el opuesto al del profesor Lurie, protagonista de aquel extraordinario libro. No sé si aprovechar la ocasión para recomendar las novelas de Coetzee o para desaconsejar las carreras académicas. Both, perhaps.