30 de marzo de 2011

La representatividad

Bruselas es una ciudad poblada de diplomáticos y sin embargo, o por eso mismo, la gente conduce caóticamente, sin respetar jamás las normas colectivas. En Bruselas conviven representantes de distintas instituciones y nacionalidades, mientras en sus barrios se percibe la grave división entre flamencos y francófonos. En Bruselas se ha debatido la aplicación de las leyes que prohíben fumar en los recintos públicos, y en muchos de sus bares sigue imperando el humo. Bruselas es la capital simbólica de Europa y sus plazas están llenas de botellas vacías, desperdicios, restos arqueológicos del futuro.

28 de marzo de 2011

El buzo

Suele asociarse la escritura a la respiración, lo cual supone una metáfora tan sugerente como equívoca. Sin duda, ambos actos proceden de la necesidad de supervivencia. En eso se parecen. Pero respirar es un movimiento natural, irreflexivo, involuntario. Y escribir es un artificio con voluntad de reflexión. En eso se oponen del todo. Lo genuinamente respiratorio del lenguaje tiene que ver quizá con la sintaxis y sus ritmos, que cumplen funciones pulmonares en la frase, en nuestro hablar escrito. Precisando un poco más la relación, podría decirse que la costumbre de la escritura se comporta como el buceo. Sumergiendo la cabeza en lo más hondo para, de vez en cuando, emerger con la boca bien abierta.

26 de marzo de 2011

Napoleón 2.0

Más que el pasado, el siglo 19 fue el comienzo del presente. En aquel tiempo se produjo una revolución tecnológica de tanto impacto para la vida cotidiana como la actual. Nació la prensa masiva, la información de consumo diario, el sensacionalismo. Las fronteras cambiaron continuamente, como en un mapa mutante. El feminismo, hijo y víctima de la Ilustración, empezó a formar parte del pensamiento público, en espera de una habitación propia. Hubo revueltas, contrarrevueltas y ejércitos transnacionales. Napoleón prometió al mundo una revolución progresista, logró el apoyo de los intelectuales de los países que invadía, y terminó ejerciendo de emperador autoritario. Su traición desconcertó a la izquierda occidental, propiciando un giro neoconservador que duró casi medio siglo. No tan distinto ha sido nuestro destino posutópico. Hoy creemos que el 19 fue un siglo lento, y sin embargo fue la primera vez que la humanidad se movió más rápido que la naturaleza, alterando para siempre su noción de tiempo-espacio. Vista así, nuestra era digital sería una especie de hiperferrocarril o motor de vapor 2.0. Igual que los clásicos, el pasado está en perpetuo movimiento: depende de quién, cuándo y cómo lo relea.

24 de marzo de 2011

Personaje lector

Siempre he tenido la convicción de que, en narrativa, el desprecio hacia el personaje está estrechamente ligado a la degradación del humanismo. Igual que un juego delata la realidad del niño, el tipo de relación que establecemos con los seres imaginarios es, en mi opinión, un revelador indicio de cómo nuestra sociedad concibe al prójimo. Me interesan todo género de personajes, incluidos los más absurdos o inverosímiles. Pero me cuesta comprometerme con una narración que, en definitiva, no profundice en la intimidad de alguien. Hace tiempo escribí un breve artículo al respecto. Por eso me ha interesado una entrevista a Juan Gabriel Vásquez, flamante Premio Alfaguara y unos de los mejores narradores latinoamericanos de mi generación. Allí el autor declara: «Creo que el destino individual de alguien que no existe puede decirnos mucho sobre nosotros». Ese ser invisible y decisivo se parece, quizá, mucho al lector.

22 de marzo de 2011

Encontrar la idea

En el Salon du Livre de París, participo en una charla con Martín Kohan, Oliverio Coelho y Hernán Ronsino. Como en aquel poema de Parra, terminamos cayendo en la política, «que como un abismo atrae a los objetos que lo rodean». En especial si esos objetos son sujetos argentinos. Se habla sobre la suspensión de Sartre como modelo generacional. Sobre la duda como valor ideológico. Sobre la reelaboración de la figura del héore. Sobre la artesanía lingüística como forma de compromiso. Sobre la responsabilidad de la ciudadanía en general y no sólo de una élite engagé. El moderador pregunta por el mensaje político del texto, y entonces se esbozan dos actitudes antagónicas: la literatura del mensaje y la literatura del lenguaje. Además de existir variados matices entre ambas, quizá la primera podría dividirse a su vez en dos posturas históricas: el mensaje que preexiste al texto, y el mensaje que el texto fabrica. Escribir para confirmar cierta idea política. O bien para encontrarla.

20 de marzo de 2011

Neoliberalisbol

Los temas no existen: los crean sus enfoques. Como la poesía viene demostrando desde su primer balbuceo, cualquier objeto es significativo para la comprensión del mundo. Si además ese objeto tiene repercusiones tan desmesuradas como el fútbol, no es extraño que muchos veamos en la pelota una calavera de Hamlet. Hay quien no sólo la contempla de esa forma, sino que también la ha tocado en las mejores canchas. Santiago Solari es el ex futbolista más inteligente, y con mejor vocabulario, que he visto en mucho tiempo. En su interesante blog, Solari denuncia una falacia táctica demasiado frecuente: «Cuando debatimos sobre el equilibrio, parecería que una imposición conceptual se hubiera colado en el lenguaje. Nunca son desequilibrados, en los análisis, los equipos que carecen de creación. La creación es más compleja que la destrucción, y no hay posibilidad de llegar a resultados satisfactorios sin asumir ciertos riesgos». Esa manera interesada y conservadora de entender el juego me parece trasladable al ámbito político. Por ejemplo, a los presupuestos públicos. Un presupuesto supuestamente equilibrado es aquel que invierte poco en lo creativo: cultura, educación, investigación. Quizá por eso, aunque algunos insistan en lo contrario, su balance jamás será satisfactorio.

18 de marzo de 2011

Rent a book

Los debates sobre dispositivos de lectura me aburren mortalmente porque, además de interesados, barajan posibilidades demasiado efímeras (¿verdad, abuelo Gutenberg?). La revolución digital sí me entusiasma, como fenómeno de largo recorrido. Una cosa es una gama de productos, sus intrascendentes actualizaciones. Y otra cosa bien distinta es el modelo de contenido, su planteamiento sobre qué es la recepción. Repaso la inteligentísima entrevista a Riccardo Cavallero, directivo de Mondadori. Cuando un sistema de rendimiento económico se repiensa, también se modifica nuestra idea de arte (¿verdad, tío Marx?). «Los editores», vaticina Cavallero, «manejaremos un contenido que tendremos que alquilar. Ya no seremos propietarios». Eso afecta «a la forma por la que opta otro tipo de lector, que no quiere comprar ese libro sino alquilarlo». No puedo evitar acordarme de Antonio Soler. Quien, hace ya una década, la primera vez que un libro mío fue descatalogado y convertido en pulpa, al verme tan horrorizado como si me hubieran asesinado a un pariente, me consoló afirmando: «Nosotros no vendemos nuestros libros. Los alquilamos. Por eso en realidad nadie puede destruirlos». Hay quien acierta hasta cuando exagera (¿verdad, hermano Soler?).

16 de marzo de 2011

14 de marzo de 2011

Telegrama apocalipsis


Japón se sacude STOP El eje del planeta se tuerce STOP No rezamos a Dios sino a la fuerza de gravedad STOP El infierno era un negocio de tratados nucleares FULL STOP

12 de marzo de 2011

Reloj de arena, cronómetro

Hay autores a quienes su obra parece dispuesta a esperarlos pacientemente, como sabiendo que alcanzarán la senectud: Santa Teresa, Cervantes, Goethe, Wordsworth, Tolstói, Mann, Juan Ramón, Borges, Saramago, Doris Lessing. A todos ellos la juventud se les renovó por fases. Igual que un reloj de arena volteado muchas veces. Y hay otros autores cuya obra nace acelerada, como con la certeza previa de que morirán pronto: Garcilaso, Sor Juana, Novalis, Keats, Chéjov, Kafka, Lorca, Pessoa, O'Connor, Bolaño. A estos el tiempo los persiguió en cada página. Igual que un cronómetro en cuenta atrás. Al menos ahora son más jóvenes que antes.

10 de marzo de 2011

Las fundas

Soy uno de esos esnobs despreciables que adoran Apple. Pero también otro de esos usuarios que se pasaron al Mac simplemente porque comprobaron que funciona mejor. Sostenían los ilustrados que lo bueno debía ser bello, y viceversa. En un hipotético Siglo de las Luces 2.0, Apple equivaldría a Kant. Y Microsoft, a un Barroco decadente. Ahora bien: el imparable negocio de complementos, adminículos y demás cachivaches adyacentes me empieza a tocar las manzanas. Además de auspiciar un sistema operativo superior, Apple lidera la metamorfosis del medio en el fin. Del instrumento en su consumo en sí. Como el mercado tecnológico siga por este camino, pronto habrá alcanzado su pesadilla ideal: producir contenidos tecnológicos para rellenar su propio envoltorio. Una gama de aparatos a juego con las fundas.

8 de marzo de 2011

La otra partitura

Nunca había entrado en la Ópera de París. Los edificios legendarios me intimidan y me crean cierta responsabilidad de la que huyo rodéandolos insistentemente por afuera, como si intentase atarles las garras antes de meter la cabeza en ellos. El interior es lo que uno esperaba: un solemne intento de persuadir al visitante de la grandeur française. Pero la sala de conciertos es otro mundo: preciosa sin excesos, del tamaño ideal, tan esmerada como íntima. Y sobre todo, sorpresa, milagro multicolor, está la cúpula de Chagall. Un impactante homenaje a la música y la danza que, aunque parezca increíble, hasta el día de hoy recibe críticas por desentonar con el conjunto. Aplicando ese mismo dogma, las orquestas deberían interpretar a Wagner ataviadas con levita, pañuelo y birrete alemán. Elevo la mirada hacia la cúpula. Me zambullo al revés. Difruto de la ausencia de instrumentos, del escenario callado. Asisto a su concierto entre las butacas vacías. A la salida, compro una postal con una cita de Goethe: «Hablar es una necesidad, escuchar es un arte».

6 de marzo de 2011

Blog Caribe, 1855

A principios de año tuve la suerte de visitar Riohacha, capital de La Guajira colombiana y cuna de los abuelos de García Márquez. Su gente es de una hospitalidad casi inexplicable (sobre todo si uno llega de París). Allí me regalaron un curioso libro sobre la historia de la prensa de la ciudad, firmado por el escritor e historiador Fredy González Zubiría. Un par de meses después, o un par de siglos atrás, averiguo que existió un remoto periódico llamado El mosquetero. Fundado en 1855 y de orientación política claramente conservadora, fue sin embargo pionero en la utilización de ciertos recursos periodísticos que hoy nos parecerían posmodernos. Por ejemplo los diálogos entre personajes anonimos, y muchas veces ficticios, que se dedicaban a comentar sarcásticamente la actualidad de la ciudad. Las costumbres un tanto espadachinas de El Mosquetero hacían que su contenido informativo se confundiera con el libelo, «por su inclinación a la denigración y al insulto personal». Aquel diario duró poco. Versión online no tenía.

4 de marzo de 2011

Educando al finito

Leo en La part manquante, de mi admirado Christian Bobin: «La lectura interviene muy tarde en la vida: hacia los seis, siete años, después del fin de nuestra eternidad». Menos mal que, al menos, los libros llegan a tiempo para educarnos en nuestra finitud.

2 de marzo de 2011

Toda lengua es extranjera

Paso el día trabajando alternativamente en la traducción de textos ingleses y franceses. Durante unos instantes, al regresar a mi propio idioma, tengo la sensación de no entenderlo. Entonces entiendo.